50 lecciones para 50 años: Parte 13

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Aún me divierte que veo el número 13, o el 666, y me siento inquieto. Con el primero es pura superstición, por supuesto, a tal punto que ya me parece un número «feo»; con el segundo es una profunda educación, que habla del Apocalipsis (y Iron Maiden ayuda). Habla de cuánto nos influye la cultura con la que crecimos, la que pone el lente tras el cual vemos al mundo. Es poco probable que el 13 tenga una verdadera influencia negativo, así como el 7 tenga una positiva, pero en nuestras cabezas lo tienen y eso no lo hace menos real.

Es por eso que siempre me ha encantado leer sobre otras culturas. ¿Sabían que en algunos sitios, comer con la mano izquierda es considerando mala educación? ¿O que en Japón es costumbre vestirse de blanco en un funeral? Y bueno, el eterno debate de azúcar en las caraotas (no), mayonesa en las hallacas (absolutamente no), brócoli en las pizzas (are you kidding me?!). Eso sí, hay ciertas costumbres en ciertos países que uno no puede compartir ni respetar, pero en general considero que uno necesita leer sobre ellas para entender mejor el mundo en el que vivimos. Uno necesita siempre ser parte de la solución, no del problema.

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50 lecciones para 50 años: Parte 12

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En la entrada de ayer, mencioné por primera vez a mi terapeuta. Es la segunda vez que voy a terapia, y es algo que debí retomar hace mucho tiempo. La primera vez no me sirvió de nada porque no apliqué las cosas que vi allí en el breve tiempo que estuve, no vi las cosas que estaba develando allí; la segunda terminó antes de tiempo por inmigración. Esta tercera voy con todas las ventajas de la tecnología y un apoyo incondicional de mi familia, que siempre es una ventaja enorme.

La terapia mental, el psicoanálisis, la psicología, no son necesariamente para gente con problemas; creo que ese es el estigma que cargan muchos que les impide buscar ayuda profesional. Pero yo lo veo más bien como el tratamiento a una herida, que busca evitar que se infecte y afecte al resto del cuerpo. No olviden que Khal Drogo, el más poderoso de los guerreros, murió por una insignificante cortada (spoiler para Juego de Tronos, sabrán disculpar). Estoy inmensamente agradecido a mi terapeuta y el tiempo que hemos pasado juntos, pues ya siento nuevos cambios y cosas buenas por venir.

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(No sé si será obvio, pero todas las fotos que estoy usando para estas entradas las saco de Unsplash, un sitio web con miles de miles de fotografías de libre uso, que solo pide que le des crédito al fotógrafo cuando las uses. Claro, si abres una cuenta con ellos tienes más ventajas, si las necesitas. Muy útiles y una belleza de catálogo.)

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50 lecciones para 50 años: Parte 11

Photo by Tyler Nix on Unsplash

Mi terapeuta me enseñó algo nuevo esta semana, antes de recibir a Leia: el banco de resiliencia. Son esas cositas que uno tiene en su día a día que ayuda a afrontar la adversidad, que ayudan a desarrollar una mejor psique para que lo negativo que sucede en el día a día nos afecte de la menor manera posible. Estuve haciendo un dibujo de lo que sería mi banco de resiliencia, pero yo lo hice como un muro (porque un escudo era como muy obvio), y me gustó ver que tengo varias cosas y bien sólidas. Mi escritura (una de las razones por las que hago esta serie), mi origami, mis libros… Pero por supuesto que también el amor de Yadi, los amigos así sean a distancia, y la familia.

Inviertan bien en ese banco de resiliencias, chicos. Es lo que más les ayudará en la vida. Y ojo, hay algunas cosas que parecen moneda verdadera pero son un engaño. Si acaso solución temporal. No se dejen engañar. (¿Ven? Hay lecciones nuevas todos los días.)

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50 lecciones para 50 años: Parte 10

Cuando tienes un perro, en especial cuando tienes un cachorrito nuevo después de sientes que el mundo debe girar en torno a él. Y eso es un peligro, primero porque te puedes olvidar que tienes que tratarlo como a un perro, no como un niño (aunque que nadie lo dude, ese es nuestro bebé). Segundo, hay otros miembros de la familia que también requieren de nuestra atención, y se sentirán despreciados si no. En mi caso, Sky, mi agapornis, ya siente que ha sido relegada a un segundo lugar, y eso es algo que ningún pajarito merece. Hoy se lo compensaremos.

Pero más importante aún, tenemos una nena que hay que enseñarle la responsabilidad de tener un perrito en casa, la necesidad de darle una rutina y obedecer las reglas que sean necesarias para su mejor comportamiento. Yo cometí muchos errores con Baloo que le costaron un par de zapatos nuevos a su nueva mamá. No pretendo hacer lo mismo con Leia y el compromiso es aún mayor considerando que es parte de una familia, no solamente conmigo. Doy gracias a Dios que no estoy solo en esto.

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50 lecciones para 50 años: Parte 9

Photo by 🇸🇮 Janko Ferlič on Unsplash

Hice algo esta semana que tenía cierto tiempo queriendo hacer: me uní a un club de lectura. Por la aplicación Literati, ahora recibo recomendaciones de lectura nada menos que del propio Austin Kleon, quien desde hace ya un cierto tiempo ha guiado mi pensamiento creativo. Ahora espero poder compartir con más de sus admiradores discutiendo los libros que él recomienda mes a mes. (Literati no está disponible fuera de Estados Unidos, pero ciertamente pueden suscribirse al boletín semanal de Austin aquí para ver más de lo que él lee, escribe y consume.)

No solo lo hice para tener un libro nuevo que leer cada mes, sino también para tener una cierta comunidad. Una de las cosas que más disfrutaba de la Asociación de Origami de Venezuela es que, además que podía aprender nuevos modelos o técnicas, podía compartir con gente con la que compartía una pasión. Hablaré más de eso más adelante, pero solo les digo, jamás descarten tener una «tribu». No hay nada como el sentido de comunidad.

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50 lecciones para 50 años: Parte 8

Photo by Patrick Tomasso on Unsplash

Duerman, chicos. No se dejen engañar por aquello de que «yo toda la vida he tenido problemas para dormir y mira, estoy bien». Eso casi siempre se dice luego de cierto período de irritabilidad, falta de concentración y afines. Dormir por siempre será uno de los grandes placeres de la vida y uno que lamento en el alma no poder aprovechar como solía hacerlo, en que dormía invariablemente mis ocho horas requeridas. Ahora ese es un gusto reservado para los fines de semana, y no son los mismos para ustedes (hoy, de hecho, es mi viernes). Mientras escribo esto, apenas tengo tres horas corridas de sueño, y quién sabe si, ahora que tengo una nueva hija, podré realmente recuperar después. Supongo que volveré a leer mi carta de amor a la siesta para inspiración.

Parte uno. Parte dos. Parte tres. Parte cuatro. Parte cinco. Parte seis. Parte siete.

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50 lecciones para 50 años: Parte 6

Photo by Deon Black on Unsplash

Hay cosas en esta vida para la que uno no está preparado. O al menos uno cree que lo está, hasta que las vives. Ayer llegó a nuestras vidas Leia, una Boston Terrier que es todo lo tierno del mundo. Es el segundo perro que tengo en mi vida, que considerando cuánto amo a los perros es difícil de creer. Que haya llegado en este punto de nuestras vidas es un producto de mucha felicidad y una sensación de enorme responsabilidad, pues no solo tengo otra vida en mis manos (¡y otra hembra!), sino que tengo que educar a Diana sobre Leia. Es un reto al que espero estar a la altura, algo que creo que sólo sabré dentro de muchos años.

Pero como dicen, uno es del tamaño del reto que tiene delante.

Parte uno. Parte dos. Parte tres. Parte cuatro. Parte cinco.

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50 lecciones para 50 años: Parte 5

Photo by Tolga Ulkan on Unsplash

Florida, donde vivo ahora, es una tierra de contradicciones. Ni empecemos por las locuras que cometen sus habitantes menos afortunados, pero también destaco el hecho de que puede estar lloviendo en mi complejo de apartamentos y hacer un sol radiante en el de al lado. Entre noviembre y febrero, puedo estar sometido a temperaturas de 10ºC en la mañana, 22º al mediodía, 15º al atardecer y -2ºC a la noche. Y esta, la época veraniega, donde un ser humano «normal» está pensando en playa y piscina, qué con el promedio de 32º que hace afuera, es también la época de chaparrones brutales que cancelan cualquier plan que implique sol. (Excepto, claro, las masas que van a los parques temáticos. Nooo, señor, aquí se viene a divertirse con o sin lluvia. Vámonos.)

Pienso en eso mientras escribo las lecciones de hoy y pienso en cuánto ha cambiado la imagen de Florida desde que era joven. Antes era el sitio idílico de Estados Unidos, una Latinoamérica más, dada la cercanía al Caribe. Un paraíso para el retiro de los adultos mayores (fans de The Nanny lo deben recordar más). Y bueno, el «lugar más feliz del mundo». Pero ahora fue el escenario que terminó decidiendo la elección entre George Bush y Al Gore. Es el hogar de «Westonzuela» y tantos «enchufados». Es sitio de frecuentes denuncias de explotación. Pero bueno, ahora lo llamo «casa», y he sacado muchas alegrías de aquí. Esto va por ti, Florida.

Primera parte aquí. Segunda aquí. Tercera aquí. Cuarta aquí.

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50 lecciones para 50 años: Parte 2

Photo by Patrick Tomasso on Unsplash

Además de ser un ejercicio de reflexión, donde peso las cosas que he vivido para evaluar mi medio siglo de vida, esto me ha servido para volver a desarrollar el hábito de la escritura, la eterna pata de la que cojeo. Pero ahora me puse una fecha límite, el odiado amor del periodista, así que espero después que lo termine me quede el hábito. ¿Otra lección aprendida? Ya veremos.

Antes de que sigan, quisiera ofrecerles este calendario que el autor Austin Kleon deja en su página web para que hagamos retos parecidos. Es tratar de no romper la cadena hasta poder desarrollar el hábito, llámese escribir, hacer ejercicio, no fumar, caminar, etc. La frase de Austin que más me gusta: «Algo pequeño, todos los días, se acumula hasta ser algo grande a medida que pasa el tiempo».

Pueden leer la primera parte aquí.

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