
La última semana antes de mi cumpleaños se ha dado a la tarea de poner a prueba incluso mis más queridas lecciones. Ciertamente ha estado cargada de un estrés que no me complace para nada. Y esta vez no puedo culpar a los clientes, sino a la indolencia de un grupo de compañeros de trabajo.
Siempre me ha gustado pensar que tengo una buena ética profesional, sea cual sea el trabajo. Si hay algo que tengo que hacer, lo hago y ya. Si puedo hacer un poquito más por ayudar, lo hago y ya. No puedo entender el nivel de egoísmo al que puede se puede llegar al punto que hace que el negocio corra peor. Ciertamente mi trabajo se vio afectado por estos tarados y no encontraba la forma de evitarlo.
Ya estoy tomando pasos para cambiar esta situación, porque no puedo seguir así. Siento que el único perjudicado seré yo sin que a nadie más le importe (aunque bueno, agradezco cuando mis jefes dicen que saben que yo doy lo que pueda). Que ese sea su bono, chicos: si la situación no está jugando a tu favor, cambia la situación.
Pueden leer las entradas anteriores a esta serie aquí.
sigue leyendo