50 lecciones para 50 años: Parte 12

Photo by Danielle MacInnes on Unsplash

En la entrada de ayer, mencioné por primera vez a mi terapeuta. Es la segunda vez que voy a terapia, y es algo que debí retomar hace mucho tiempo. La primera vez no me sirvió de nada porque no apliqué las cosas que vi allí en el breve tiempo que estuve, no vi las cosas que estaba develando allí; la segunda terminó antes de tiempo por inmigración. Esta tercera voy con todas las ventajas de la tecnología y un apoyo incondicional de mi familia, que siempre es una ventaja enorme.

La terapia mental, el psicoanálisis, la psicología, no son necesariamente para gente con problemas; creo que ese es el estigma que cargan muchos que les impide buscar ayuda profesional. Pero yo lo veo más bien como el tratamiento a una herida, que busca evitar que se infecte y afecte al resto del cuerpo. No olviden que Khal Drogo, el más poderoso de los guerreros, murió por una insignificante cortada (spoiler para Juego de Tronos, sabrán disculpar). Estoy inmensamente agradecido a mi terapeuta y el tiempo que hemos pasado juntos, pues ya siento nuevos cambios y cosas buenas por venir.

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(No sé si será obvio, pero todas las fotos que estoy usando para estas entradas las saco de Unsplash, un sitio web con miles de miles de fotografías de libre uso, que solo pide que le des crédito al fotógrafo cuando las uses. Claro, si abres una cuenta con ellos tienes más ventajas, si las necesitas. Muy útiles y una belleza de catálogo.)

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50 lecciones para 50 años: Parte 10

Cuando tienes un perro, en especial cuando tienes un cachorrito nuevo después de sientes que el mundo debe girar en torno a él. Y eso es un peligro, primero porque te puedes olvidar que tienes que tratarlo como a un perro, no como un niño (aunque que nadie lo dude, ese es nuestro bebé). Segundo, hay otros miembros de la familia que también requieren de nuestra atención, y se sentirán despreciados si no. En mi caso, Sky, mi agapornis, ya siente que ha sido relegada a un segundo lugar, y eso es algo que ningún pajarito merece. Hoy se lo compensaremos.

Pero más importante aún, tenemos una nena que hay que enseñarle la responsabilidad de tener un perrito en casa, la necesidad de darle una rutina y obedecer las reglas que sean necesarias para su mejor comportamiento. Yo cometí muchos errores con Baloo que le costaron un par de zapatos nuevos a su nueva mamá. No pretendo hacer lo mismo con Leia y el compromiso es aún mayor considerando que es parte de una familia, no solamente conmigo. Doy gracias a Dios que no estoy solo en esto.

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