Escribir cuando no hay nada de qué escribir

Photo by Negative Space

Hace unos minutos tuiteé orgulloso que, luego de diez años (¿o fueron doce?) de activado, al fin este blog tiene una dirección apropiada, hasta original, diría yo. No les voy a mentir, fue un momento de bastante orgullo, bautizar Mi Mente En Letras con nombre propio luego de tanto tiempo, primero en Blogger y luego por acá. Antes ya había reclamado mi propio espacio con mi nombre, pero darle una URL a mi blog, mi primera presencia verdadera online, lo consideré un hito.

Y luego pasé dos meses sin escribir nada en él. (Digo dos meses sabiendo que es más, pero digo dos because shame.)

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Sinceridad en Internet (tarea)

Quiero que vean este video en la tranquilidad de su casa, pantalla completa, y luego hablamos.

Este es el trabajo de dos años de un estudiante de cine llamado Alex Roman, titulado The Third & The Seventh, así llamado porque utiliza los conceptos del filósofo Georg Hegl y el teórico de cine Ricciotto Canudo para mezclar el tercer y séptimo arte (arquitectura y cine) en un solo cortometraje que yo describiría como un cuadro en movimiento si he visto alguno en mi vida.

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Los cinco segundos más largos

Una vez leí que uno de los grandes temores para un escritor es una página en blanco.  Creo que para un periodista lo es más aún, por aquello que nosotros tenemos mucho menos tiempo para escribir algo.  Claro, ya nosotros no escribimos sobre papel. (¿Entonces? ¿Hablamos de una pantalla «en blanco»?) Pero la analogía se mantiene:  ¿de qué escribir? ¿Cómo escribirlo? ¿Quién lo leerá?

Por mi parte, yo tengo mucho más miedo a los cinco segundos iniciales en los que un internauta se topa con mi titular y empieza a leer. Tengo cinco segundos para captar su atención y convencerlo de quedarse y comentar tu entrada. Si te equivocas, sencillamente cerrará la página, y a otra cosa. No es como una película en la que tiene la opción de adelantar. Pero créanme, por muy intimidante que sea –y lo es– no se requieren grandes conocimientos de mercadeo para asegurar que sus visitantes se queden. Pero sí requiere de una amplia dosis de sentido común.

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