50 lecciones para 50 años: parte 26 (y última)

Photo by Guillaume de Germain on Unsplash

Y llegamos. El día final. Cinco décadas de vida, resumidas en 26 días y 50 lecciones. Voy a seguir por un par de días más para tratar de llegar a los treinta días seguidos y luego a ver si el hábito de escritura se quedó. Pero qué sabroso ha sido esto. Qué sabroso poder mirar para atrás, ver todas las piedras sobre las que tropecé en el camino, todos los animales –buenos y malos– que me encontré, todas las flores que me paré a oler, y en todas ellas ver las piezas del rompecabezas que eventualmente se convirtió en mí.

Recuerdo pensar en algún momento que un hombre de cincuenta años era un anciano, que era un tipo que debía estar encerrado en una oficina, llegar a casa a diario para complacer a los hijos y familia, y salir los fines de semana. Llego a mis cincuenta aún sintiéndome de treinta (y bueno, según algun@s, pareciendo), riendo como un niño, amando como un hombre, actuando como un adulto cuando es necesario. Es una de las ventajas de Facebook, puedo ver cómo he evolucionado en los últimos años. Por eso es que como más llego es agradecido. Y agradecido estoy con ustedes que llegan conmigo a este punto de mi vida.

Lean toda la serie de las 50 lecciones aquí.

1.- Sé tú mismo.

100% yo.

Hoy estuve viendo las fotos que me he tomado en los últimos diez años hoy. Me quedé mirando en particular la que me tomé en mis 42 años, un día que fui a almorzar con mi familia y regresé a mi casa, donde procedí a pasar el resto del día solo con mi perro Baloo y ya. Esa fue una época en que dudaba mucho de mí mismo, pues estaba divorciándome, me alejé de mis amigos… básicamente, me perdí. Veo el hombre que era en ese entonces y ciertamente no lo reconozco, al menos no cuando lo comparo con quien soy ahora. ¿Que estoy más cansado? Por supuesto. ¿Que estoy más feliz? Infinitamente.

Yo nunca más aceptaré que alguien crea que yo no soy suficiente, en especial porque me conseguí a alguien que no solo me ha dejado ser como soy, sino que me ha ayudado a convertirme en mi mejor versión. Nunca más volveré a pensar que tengo que dejar de ser como soy para complacer a quien sea, sea una pareja, un supuesto amigo, un cliente o alguien con quien trabaje. He tratado de cambiar los defectos que tengo, sí, pero no mi esencia. Y eso tiene que ser el norte de cada quien. Averigua quién eres, y busca que te acepten como tal. Nadie tiene derecho jamás a decirte que no eres suficiente, que eres una carga, que por qué eres así.

Me arrepentiré toda la vida tratar de adaptarme a personas que no me aceptaron como soy, en vez de esforzarme por quedarme con la gente que ya lo había hecho, e incluso me quería como tal. Es la lección más importante que he aprendido en estos primeros cincuenta años, y es una que jamás olvidaré. En especial porque gracias a ella, es que llegué hoy feliz, satisfecho pero pendiente de seguir avanzando.

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