50 lecciones para 50 años: Parte 18

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La batalla contra la frustración es algo diario, para muchos. Y es que duerme menos, pierde paciencia. Hay retos diarios que uno no comprende en el momento, hasta que tiene que lidiar con ellos. Ahí es donde uno ve la madurez, la inteligencia y la fortaleza mental de la que realmente uno dispone.

Digo todo esto porque –y que conste, esto ya yo lo sabía– tener un perrito nuevo es maravilloso, pero también tiene su lado difícil. Es educarlo a que no muerda, es que entienda que no es jugar cada vez que él (o en este caso, ella) quiera. Es limpiar sus desastres, es atenderlo. Y en mi caso, es educarla a que trate bien a la niña de la casa, y educar a la niña de la casa que la trate bien a ella. Ah, y no olvidemos que antes que llegara la perrita Leia, estaba la agapornis Sky, que también requiere atención. Son muchos retos que he aceptado tomar con gusto. Pero no quiere decir que no requieran de paciencia.

Creo que lo que más quiero decir es, ¿puedo dormir? ¿Por favor?

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50 lecciones para 50 años: Parte 6

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Hay cosas en esta vida para la que uno no está preparado. O al menos uno cree que lo está, hasta que las vives. Ayer llegó a nuestras vidas Leia, una Boston Terrier que es todo lo tierno del mundo. Es el segundo perro que tengo en mi vida, que considerando cuánto amo a los perros es difícil de creer. Que haya llegado en este punto de nuestras vidas es un producto de mucha felicidad y una sensación de enorme responsabilidad, pues no solo tengo otra vida en mis manos (¡y otra hembra!), sino que tengo que educar a Diana sobre Leia. Es un reto al que espero estar a la altura, algo que creo que sólo sabré dentro de muchos años.

Pero como dicen, uno es del tamaño del reto que tiene delante.

Parte uno. Parte dos. Parte tres. Parte cuatro. Parte cinco.

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