
Estaba en el médico hoy. Un electrocardiograma de rutina, nada de qué preocuparse (espero). Casi me quedo dormido en la cama del consultorio. Una de las enfermeras busca la navaja para afeitarme el pecho, y la jefa le dice «What for? No es que sea tan difícil». Em, excuse me? Si voy a perder pelos espero que sea sin que me los arranquen, gracias. Pero nada, igual no hubo afeitadora. Y no dolió tanto. Pero he aquí algo que nunca irá al bucket list: depilarme. Puedo llegar fácil a los cien años sin experimentar eso.
Aprovechen y recuerden la película Virgen A Los Cuarenta, que terminó de hacer a Steve Carrell una estrella, nos dio a Judd Apatow para bien o para mal, y créanme, hay muchos más niveles a esa película de la que ustedes recuerdan. Pero esa escena sigue siendo la mejor de todas.
La primera parte de estas lecciones está aquí, y la segunda parte aquí.
46.- Viaja. Así nunca salgas de tu ciudad.

Amo viajar. A done sea. Así sea al otro lado de la ciudad, pero ciertamente, en la época de oro de los venezolanos, la emoción de montarme en un avión era única. No llegué a viajar a muchos países o muchos estados –los países que conozco aparte del mío propio son EEUU y México, y de este último una sola ciudad– pero era ávido seguidor de esos programas que mostraban distintas partes del mundo. Anthony Bourdain era una referencia; de hecho el solo trailer del venidero documental sobre él me hace querer montarme en el primer avión que me acepte. Siempre he dicho que una de las principales inversiones que debería hacer todo el mundo es viajar, pues no hay mejor manera de aprender. Y ahora no hace falta agarrar un vehículo para hacerlo (aunque por supuesto que sigue siendo la mejor). Lee sobre otras culturas. Ve documentales sobre otras ciudades. Ve fotografías de destinos turísticos. Aprendí que ver lo que puede ofrecer el mundo más allá de mis cuatro paredes, mi barrio, mi cuadra, mi urbanización, me ayuda a ver que así como hay cosas malas, hay cosas buenas, descubrimientos por hacer, y como siempre, la oportunidad de aprender algo nuevo.
(Si no conocen Atlas Obscura, es una página web y también un libro que ofrece atracciones inusuales a lo largo del mundo, en todos los países, incluso los menos visitados del mundo. Síganlos y quién sabe qué maravilla descubrirán. Como esta en Caracas. O esta en el Táchira.)
45.- La curiosidad debe ser regada con igual fervor que la prudencia.

Creo que un periodista que no sea curioso la tiene más difícil. Porque creo que la curiosidad nunca debe dejar de alimentarse. Así como nuestra tendencia al juego, a medida que crecemos parecemos creer que la curiosidad es algo que debería ser reprimido. Y no: la curiosidad es la llave que abre puertas. Pero al mismo tiempo, no debe confundirse con esa tan venezolana palabra como es la entrepitura, ese empeño en querer averiguarle la vida a los demás con la sola intención de regar el chisme mal intencionado o juzgar creyéndose moralmente superior. Una cosa es revelar verdades que merecen ser sabidas por el colectivo –léase manejos de fondos por oficiales mayores– o cosas complicadas que merecen saberse, y otra es negarse a aceptar que no es uno el que decide cuándo (o si) ciertas cosas deben saberse. Lamento que hayan muchos colegas, en especial de la farándula, que no saben distinguir entre las dos. Nunca dejes de explorar, pero también pregúntate: ¿averiguar esto ayudará a construir, o a destruir? Y si es a destruir, ¿de verdad es tu responsabilidad ser el destructor?
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