50 lecciones para 50 años: Parte 1

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Creo que la más inevitable de las grandes tareas que se nos asignan, ciertamente la única que nadie sabe si estaba preparado para ella sino hasta el examen final, es envejecer. El autor Karl De Schweinitz dijo una vez que «vivir aún está por ser reconocido como una de las artes», aún cuando millones de millones han tomado cualquier material que tengan a la mano y se han puesto a la tarea de recrearlo, en esa exhibición que llamamos humanidad.

Hoy faltan 25 días para terminar mi quinta década en este arte, y como tantos que no pueden creer haber andado tanto y tan poquito a la vez, hoy miro para atrás para ver las piedritas que recogí, los paisajes que se quedaron en la memoria, las marcas que me quedaron en la piel. Llego feliz con la vida que he vivido, con mis logros, mis fallas, mis victorias y mis arrepentimientos.

De aquí a ese día, quisiera compartir con ustedes algunas de las lecciones que he aprendido en el camino, dos cada día, para quien las quiera tener. Tal vez sean las mismas que cualquiera que haya vivido una vida parecida o quizá pueda aportar algo novedoso (a lo mejor simplemente lo digo distinto). Pero las escribo consciente de que no son necesariamente lecciones que nadie tomará al pie de la letra. Porque al final, cada quien pinta su cuadro, o esculpe su estatua, o escribe su poema, detrás de un lente que es propio y de más nadie. Lo que espero es mostrar cómo me está quedando este experimento a mí.

50.- Una mente cerrada no protege, solo daña.

Photo by Chris Barbalis on Unsplash

Es muy probable que de las cosas más dañinas que ha habido en el universo, el negarse a aceptar que hay realidades distintas a las nuestras, puntos de vista distintos a los nuestros, tiene que estar en el tope. Y ojo, no con esto creo que uno debe experimentar cada cosa extraña que se nos proponga («Oye sí, claro que siempre he querido probar cocaína». «¿Robar un banco? ¡Quién dijo miedo!» «No, nunca he besado a una cascabel. Pa’ ve…»). Pero sí creo que abrirse a nuevas experiencias es de lo más enriquecedor que hay en la vida. Incluso las que parecen peligrosas pero han sido practicadas desde hace mucho tiempo, como lanzarse en paracaídas, o el alpinismo. Pero más importante que eso, creo que es importante entender que hay gente a quien un estilo de vida diferente –donde no dañan a nadie, donde han encontrado la comunidad que los hace sentir aceptados– y eso no los hace malos, mucho menos dignos de rechazo. Encontrar el equilibrio en ese pensamiento ha sido una de las cosas más difíciles que he tenido que aprender en la vida, y me ha costado amistades. Pero también me ha ayudado a crecer como persona, y me ha ayudado sobre todo en la más reciente etapa de mi vida.

49.- Familia no siempre comparte sangre.

Photo by Chang Duong on Unsplash

He tenido la inmensa fortuna de tener una familia maravillosa, padres y hermano incondicionales, y una familia extendida que por lo general ha estado muy unida incluso a pesar de la migración masiva de muchos de sus miembros. Pero también tengo familia que a la primera oportunidad se alejó para no volver más, o demostró que los lazos de sangre no son tan fuertes como la mitología afirma. Y ni hablar de lo que he visto en personas cercanas a mí, empezando por mi amada Yadi. Sus amigos han sido su familia, los que la han apoyado sin ningún cuestionamiento, muy al contrario de lo que su «familia» ha hecho, con contadas y muy destacadas excepciones. Por eso ella no cree en eso de «a la familia hay que tenerla cerca»; de hecho, desde que decidió quedarse solo con la familia que la ha tratado como tal, y alejarse de aquella que solo le ha hecho daño, es que realmente se ha sentido liberada. Apliqué la misma: familia es quien te trata como familia, quien está pendiente de ti. Y ojo, estoy claro que yo he cojeado de esa pata profundamente, y acepto las consecuencias.

Los espero mañana para las siguientes dos lecciones. Gracias por estar conmigo en este camino.

7 comentarios en “50 lecciones para 50 años: Parte 1

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