
Aún me divierte que veo el número 13, o el 666, y me siento inquieto. Con el primero es pura superstición, por supuesto, a tal punto que ya me parece un número «feo»; con el segundo es una profunda educación, que habla del Apocalipsis (y Iron Maiden ayuda). Habla de cuánto nos influye la cultura con la que crecimos, la que pone el lente tras el cual vemos al mundo. Es poco probable que el 13 tenga una verdadera influencia negativo, así como el 7 tenga una positiva, pero en nuestras cabezas lo tienen y eso no lo hace menos real.
Es por eso que siempre me ha encantado leer sobre otras culturas. ¿Sabían que en algunos sitios, comer con la mano izquierda es considerando mala educación? ¿O que en Japón es costumbre vestirse de blanco en un funeral? Y bueno, el eterno debate de azúcar en las caraotas (no), mayonesa en las hallacas (absolutamente no), brócoli en las pizzas (are you kidding me?!). Eso sí, hay ciertas costumbres en ciertos países que uno no puede compartir ni respetar, pero en general considero que uno necesita leer sobre ellas para entender mejor el mundo en el que vivimos. Uno necesita siempre ser parte de la solución, no del problema.
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26.- No esperes a que la vida deje de ser difícil para hacer lo que te haga feliz.

Hace unas semanas Yadi me mostró el video de una joven que se hace llamar Nightbirde en el programa America’s Got Talent que ha sido una de las cosas más saca-lágrimas que he visto en mucho tiempo. A estas alturas, con casi 27 millones de vistas, dudo mucho que no lo hayan visto, pero si son de los seis en el planeta que no lo han hecho, es una joven que está batallando un cáncer severo que se paró con toda la energía positiva el mundo en ese escenario para cantar su tema original, «It’s OK». Y dijo su frase: «No puedes esperar a que la vida deje de ser difícil antes de decidir ser feliz». Y ahí se consiguió su golden buzzer, de la mano de Simon Cowell, famoso gruñón. Y lo cierra con otra frase más: «Tengo un 2% de posibilidades de sobrevivir. Pero 2% no es cero». ¿Se dan cuenta el poder de esa frase? Yo he pasado la vida quejándome de que no tengo el carro que quiero que no puedo comprarme tal o cual cosa, que por qué la vida es así, que tal. Y esta niña, que no tiene ni treinta años cumplidos, está ahí, persiguiendo sus sueños y negándose a dejarse morir, que no es lo mismo que morir como tal. También recuerdo que «Dios no nos pone cruces que no podamos cargar», y qué fácil es olvidarse de eso. Es cierto, no podemos ignorar que hay días duros, ni tampoco podemos pretender estar siempre con los ánimos arriba. Pero tampoco podemos olvidar que estamos enteros, que tenemos un techo sobre nuestras cabezas y un lecho donde dormir, y eso siempre nos dará la posibilidad de trabajar por una vida mejor y, en especial, por hacer las cosas que nos hagan felices.
25.- Si hiciste mal, apúrate a repararlo.

Yo aún estoy tratando de reparar un mal –arruiné una amistad– que hice hace diez años. Y lo estoy haciendo mal, de paso. Debí tomar más medidas más rápidamente, debí seguir tomando medidas. Demasiadas veces metemos la pata hasta el fondo y creemos que con decir «lo siento» es suficiente. Pero «lo siento» no borra traumas, no recupera pérdidas, no devuelve vidas. Cuántos «lo siento» han venido después de una cachetada a una pareja, un niño perdido, una cuenta sin pagar. Sí, es importante decir «lo siento», pero es igual de importante mostrar el «lo siento». Repara lo que hiciste, a la mejor de las medidas de las que eres capaz, y por amor a Cristo cambia el comportamiento que llevó a esa situación. Claro, hay males que no se pueden reparar, y ahí es donde viene aquello que dije ayer: «cuando llegues a la última página, cierra el libro». Acepta que ya está más allá de la reparación, y lo mejor que puedes hacer es alejarte, aceptar tu cárcel real o ficticia, y no cometer el mismo error de nuevo.