50 lecciones para 50 años: Parte 23

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Ayer en algún momento me puse a pensar qué podría hacer para seguir con el impulso de escribir algo a diario, a ver si finalmente el libro que tanto quiere salir desde mis entrañas lo termina de hacer. ¿Narrar algo a diario, como se suponía era este blog en sus principios? ¿Comentar alguna cosa interesante o extraordinaria con la que me topé ese día? ¿Enfocarme en cuentos cortos para alimentar a este niño?

Si haces algo chiquito todos los días, eventualmente el acumulado se transforma en algo grande. Puede que sea feo, pero existe. Esa es la vida creativa: sentarse a hacer algo a diario hasta que ese «algo» tenga una forma definida, y practicar a diario para apestar menos. Eso es lo más difícil para mí: esa disciplina que se requiere para sentarse todos los días en el mismo sitio, a la misma hora, y no pararse hasta que haya un resultado. Leer sobre las rutinas de los artistas y creativos es simultáneamente inspirador y desesperante, pues les admiras su disciplina pero ves en algunos instantes lo poco que duermen, la falta de amigos, las peleas con la familia…

Claro que no siempre es así, y de hecho ahora se trata de que no sea así. La imagen del artista torturado sólo ha ayudado a perpetuar que está bien el sufrimiento, incluso la inestabilidad mental, para lograr la obra maestra. Y ahora vemos tantos creativos que llevan vidas plenas, por su propia decisión, y tienen una salida artística aunque sea decente. Lo que todos tienen en común es que todos los días, sin excepción, posaron las nachas en la silla, abrieron el cuaderno / prendieron la computadora / prendieron el micrófono / sacaron una hoja en blanco, y se pusieron a trabajar.

¿Qué creen ustedes que debería hacer después del 17? Mientras tanto, pueden leer las entradas anteriores aquí.

6.- El dinero no compra la felicidad; compra la tranquilidad.

Photo by Visual Stories || Micheile on Unsplash

Nadie en su lecho de muerte partió al otro mundo luego de decir, «Ojalá hubiera trabajado más». Todos se arrepienten de no haberse dedicado un poco más a ellos mismos o a la familia. Pero es imposible negar que hay que trabajar para al menos cubrir las cosas básicas. Y una vez que has cubierto eso, hay que trabajar para cubrir las cosas que nos entretienen. Para salir de vacaciones. Para tener una casa mejor. Un carro mejor. (Recuerdan lo que dije en la cuarta parte de esta serie?) «La vida es muy corta» o «para eso trabajo» también son cosas semi válidas que considerar a la hora de darse un gusto, pero nunca debemos olvidar que el dinero que nos dimos para ese gusto es dinero que no irá a la casa nueva, o a la renta de este mes, o a la emergencia que ojalá nunca llegue pero uno no decide sobre esas cosas. Por eso siempre me guío con esto: «rico no es el que más tiene; es el que menos necesita».

5.- Nadie tiene derecho a hacerte sentir menos.

Photo by GR Stocks on Unsplash

Una relación no se basa en juegos de dominio, así sea que en algún momento hay que tomar el mando. Ciertamente no se puede basar en en golpear el ego de la otra persona, manipularla, para que haga lo que tú necesitas o quieres. Voy a ser lo más breve y conciso con esto posible: nadie tiene derecho a hacerte sentir que tú vales menos que los demás por tu manera de pensar, por tus acciones o por cómo llevas la vida. Una cosa es animar a revisarse y otra decir «eres una carga para mí». Eso creo que ha sido lo más hiriente que me han dicho en la vida, y juré que nunca dejaría que me volvieran a decir algo así. Necesitaba cambiar, sí, pero no necesitaba cambiar quién soy. Y nunca dejen que nadie, no importa qué tan divino sea el sexo, cuánta casa les ofrece, cuántas salidas maravillosas les da, les hagan creer que ustedes valen menos que nadie.

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