50 lecciones para 50 años: Parte 20

Photo by Tegan Mierle on Unsplash

Los 49 entran en su semana agónica, mientras la marcha a los 50 continúa inexorable. Gracias a los que me están acompañando en este pequeño viaje que sirve a la vez de clase, paseo por la nostalgia, ejercicio de escritura y limpieza mental. Y sobre todo, gracias a los que me siguen in real life, pues gracias a ellos llego a los 50 en el estado en el que estoy.

Me recuerda mis inicios en el mundo del blog, allá en la prehistoria del año 2007. Por supuesto usamos Blogger, pues era la única disponible para novatos. WordPress intimidaba, TypePad era para «weirdos», y Tumblr era… bueno, ustedes saben. Así que ahí empecé. Luego de un tiempo abrí ahí un blog de cine que estoy agradecido de decir que me llevó a sitios muy buenos. Y por ocho años ahí seguí hasta mudarme acá. Éramos inocentes, describiendo nuestro día a día como si nada. Twitter era una pequeña isla escasamente habitada y nadie peleaba. Nadie se imaginaba el poder que escondían esos primeros sitios, y muchos en parte lo lamentamos, pues descubrimos que no todo el mundo merece la libertad de expresión.

Aquí estamos, y aquí seguimos. De nuevo, infinitas gracias por leerme. Pueden leer entradas anteriores aquí.

12.- No dejes que la nostalgia te esconda todo lo bueno que tienes ahora.

Photo by Israel Albornoz on Unsplash

Alguien dijo hace poco, entre mis conocidos, que los actuales comediantes y podcasters venezolanos tienen todos una cosa en común, además del hecho que la gran mayoría ya no se encuentra en Venezuela: explotan mucho la nostalgia para crear humor. George Harris es principal entre ellos, siendo como es parte de una generación que no solo emigró temprano, antes del éxodo más masivo de principios de los 2000, pero creo que lo puedo aplicar a casi todos los que conozco o escucho. Y quién los puede culpar: la vida de inmigrante es dura, y uno tiende a mirar para atrás para ver la época donde creíamos tener todas las respuestas. Creo que es una de las razones por las que se tiene un cuadro del Ávila en alguna parte de la casa (por cierto, si quieren uno les recomiendo a mi amiguita Tere). Pero lo malo de mirar para atrás es que te esconde lo que tienes adelante. Yo extraño mi montaña como muchos caraqueños, así como el canto de los cristofué en las mañanas, los paseos a los centros comerciales, las idas a la playa, los locales emblema del país, y tantas otras cosas. Pero veo que ahora tengo una casa propia, una hermosa mujer a mi lado, y mil cosas nuevas que descubrir casi a diario. Creo que uno nunca deja de extrañar lo bueno que dejó atrás, pero es imposible avanzar quedándose en el pasado.

11.- A veces, todo lo que necesita una persona es que estés allí.

Photo by Külli Kittus on Unsplash

Uno de mis cuentos favoritos de mi perro Baloo es la vez que me consoló cuando me dio una crisis de ansiedad. Todo lo que tuvo que hacer fue lamerme las lágrimas y echarse en mis piernas, más nada. Es una facultad que tienen los perros de sentir cuando sus dueños están pasándola mal, y todo lo que tienen que hacer es estar a su lado. Aplica lo mismo para nuestras personas especiales. Muchas veces el silencio es más fuerte que las palabras, y nuestra gente simplemente quiere saber que, cuando estén listas para hablar, habrá quien las escuche. Y es decisión de ellas cuándo será ese momento. Si ves a alguien mal, solo pregunta «¿Estás bien?» Aprende a reconocer el «No, pero después hablamos» en el «Sí, no importa». A distinguir el «Necesito un tiempo solo» a «Vamos a por algo y te cuento». Porque no todo el mundo maneja el dolor de la misma manera. Algunos necesitan hacer mil historias en Instagram; otros solo requieren no pararse solos.

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