
Muchos comediantes de hoy en día se lamentan de los límites que se imponen por los cambios en lo que es políticamente correcto hoy en día. La llamada «cultura de la cancelación» ha hecho que muchos se muerdan la lengua o alteren su manera de hablar, pues lo que era gracioso hace unos años era en realidad ofensivo y no podría aceptarse. Claro, eso también degeneró en lo que muchos llaman «la generación de cristal», que todo se lo tomaría a pecho.
¿Qué hay de cierto en eso? Es muy complicado, pues la comedia no debería ser censurada, pero pensemos cuan mejor estarían las relaciones humanas si pensáramos más en las consecuencias de nuestras palabras. Los chistes de gallegos, árabes, judíos… Es mi esperanza que en un futuro finalmente haya un equilibrio entre las dos partes, que entendamos un poco más los sentimientos ajenos y que se entienda que no todo busca ofender, que no todo busca herir. Pienso en cuántos de nosotros estamos medio dañaditos por todo el chalequeo que sufrimos cuando jóvenes y me pregunto si quizá, si hubiéramos estado más conscientes de cuánto sufría «la otra parte» si estuviéramos como estamos hoy día.
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22.- Escribe tu propio obituario.

Puede que estén aburridos de que les mencione a Austin Kleon, pero qué les puedo decir, el hombre me ha formado en los últimos años. De muchas cosas que le admiro, me gusta mucho su hábito de leer obituarios cada mañana. Suena mórbido, pero, como dice en su segundo libro, Show Your Work, «los obituarios no son en realidad sobre la muerte; son sobre la vida. (…) Pensar sobre la muerte cada mañana me hace querer vivir». Los obituarios hablan de lo que esa persona logró en vida, el heroismo que tuvo cada mañana de pararse y hacer lo que tenía que hacer. Austin me recordó lo que leí en Los Siete Hábitos De La Gente Altamente Eficaz, de Stephen Covey, donde propone imaginar que se llega a un funeral donde ve a muchos conocidos, antes de darse cuenta que está asistiendo al funeral propio. Tres personas van a dar un panegírico: un familiar, un amigo, y un compañero de trabajo. Lo que dirá cada una de esas personas es lo que uno se debe proponer lograr en esta vida. Por eso es que, de vez en cuando, es bueno escribir nuestro obituario, así no se lo muestren a nadie. Porque así es como vamos a querer ser recordados.
21.- Lo que te hace humano es cómo tratas a los que están debajo de ti.

«Una nación no debe juzgarse por como trata a sus ciudadanos con mejor posición, sino por como trata a los que tienen poco o nada.» Palabras de Nelson Mandela que, como mucho de lo que dijo el gran hombre, se pueden aplicar para la vida real también. Desde que trabajo como mesonero, me encuentro en la poco envidiable posición de atender gente que muchas veces no tiene la educación que he tenido la suerte de tener, de crecer en el mismo ambiente que yo, o siquiera tener las oportunidades que he tenido yo. Y esas personas, muchas veces golpeadas por la vida, aprovechan el breve momento de superioridad para descargar sus frustraciones. Mucho más humano es aquel que reconoce la misma calidad de ser humano en alguien que de alguna u otra manera esté por debajo de él o ella, y lo trate como a un igual. No hace falta que le des tu ropa (aunque recuerden, «si tienes dos túnicas, comparte con el que no tiene ninguna», dice la Biblia) pero mínimo, reconoce que es un ser humano que, ya sea por malas decisiones o accidentes de la vida, está en peores situaciones que tú. Y mañana, podrías ser tú. ¿O cuántos venezolanos, alguna vez ingenieros, médicos, abogados, ahora se ven obligados a entregar paquetes, lavar baños, tumbar paredes o servir mesas? No nos dejemos pisotear, pero tampoco pisoteemos.