Y el tal Snowden, ¿es de los buenos o es de los malos?

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Todo este embrollo de Edward Snowden está peor que una novela de John LeCarré, hasta el punto que el protagonista central es un tipo inteligentísimo y reservado, cual George Smiley, con  la diferencia que en vez de espías y gobiernos sofisticados y discretos, tenemos a los tipos del ALBA. Ya a este punto, hay que decirlo: Snowden hasta dejó de ser el problema. Los países “anti imperialistas” lo están usando para atacar a EEUU y criticar su red de espionaje. Lo que Snowden pueda mostrar –y honestamente considero que debe mostrar— está rápidamente pasando a un segundo plano.

Pero es precisamente por ese desastre que vino después de la soberana estupidez de España, Italia, Francia y Portugal con el avión de Evo Morales que quizá se note el desespero de EEUU de traer a este tipo a juicio y callarle la boca (espero que no para siempre). Si de verdad EEUU exigió/convenció/sobornó/amenazó a esos países para que mandaran a detener el avión –y Bolivia dice que tiene pruebas que sí—en efecto ya Edward Snowden se puede considerar “enemigo público número uno”. Qué importan Ayman al Zawahiri y el resto de Al Qaeda, ¡este pana se tiene que callar la jeta!

¿Pero de verdad se justifica?

Lo primero que les pido es que vean la entrevista completa que Glenn Greenwald y la documentalista Laura Poitras para el periódico The Guardian. Creo que mucha gente ya hasta olvidó lo que el hombre explicó en esa entrevista con todo lo que ha pasado. Esta es la primera parte. (Si no salen los subtítulos automáticos, escójanlos en el botón “CC”.)

Ed Snowden interview, pt 1

Y esta es la segunda, con subítulos ya incrustados.

Ed Snowden interview, pt 2

Resumen: Ed Snowden trabajó en los niveles más altos como analista informático en la Agencia Central de Inteligencia y la Agencia de Seguridad Nacional, y vio cómo ambas agencias creaban una red masiva de vigilancia no sólo de los EEUU, que ya es bastante, sino de todo el mundo. En el caso de los celulares, se supone que pueden ver quién llama, quién atiende, a qué número y cuánto dura la llamada, pero no el contenido de esa llamada. Cuando tanto The Guardian como la revista alemana Der Spiegel revelaron los documentos que Snowden les entregó, Obama no sólo no lo negó; lo defendió.

Lo que puedo decir de forma inequívoca es que si eres una persona de Estados Unidos, la NSA no puede escuchar tus llamadas, no puede leer tus correos… y no lo han hecho. No pueden y no lo han hecho, por ley y por regla, a menos que – y usualmente no serían ellos, sería el FBI – vayan a una corte, obtengan una orden, y busquen una causa probable, de la misma forma que siempre ha sido.
-Barack Obama, durante una entrevista con Charlie Rose, 17/06/13

Snowden rechazó esa declaración, considerando que Obama “estaba defendiendo lo indefendible y lo sabía”, diciendo que la NSA puede escuchar lo que sea y lo ha hecho. Sin pedir una orden en la corte. Simplemente por la sospecha. Y aquí está la razón de por qué lo hizo.

No quiero vivir en una sociedad que haga esta clase de cosas. No quiero vivir en un mundo donde todo lo que hago y digo queda registrado. No es algo que estoy dispuesto a apoyar o bajo lo cual vivir.

Tengan en cuenta que este es un pana que ganaba unos 200.000 dólares al año, vivía en Hawaii y tenía una novia que ya La Patilla se encargó de mostrar en todo su esplendor. Se rehusó al anonimato porque está convencido que no hizo nada malo. Y ha sido claro: lo que quiere es un debate, que el mundo decida si quiere vivir así. Que tiene más documentos que podrían joder a alguien pero esa no es su intención. (Pueden leer los artículos de Greenwald para The Guardian aquí y aquí.)

Los años recientes han tenido varios casos con “whistleblowers” como Snowden. Los dos más notorios fueron los de Aaron Swartz y Bradley Manning, sin duda. Swartz, inventor del protocolo RSS y uno de los responsables por Creative Commons y Reddit, estaba a punto de ser enjuiciado por hacer público papeles académicos de la base de datos JSTOR del MIT, y se enfrentaba a 35 años de cárcel. Antes de enfrentarlo, Swartz decidió suicidarse. Manning, por su parte, es un soldado del ejército estadounidense quien admitió entregar material al sitio Wikileaks, el “hijo” de Julian Assange, y fue encarcelado tres años sin juicio, incluyendo 11 meses en solitario que hasta la ONU consideró bárbaro.

Por el trato a Manning, el papá de los informantes de EEUU, Daniel Ellsberg, considera que ya su juicio debería ser anulado. Ellsberg es el responsable de los Papeles del Pentágono, una serie de documentos clasificados que entregó en 1971 al New York Times donde se veía que el gobierno de Richard Nixon estaba pujando por seguir la guerra de Vietnam sin importar los costos. Ellsberg se entregó a las autoridades, salió bajo fianza, pudo hablar con los medios y en actos públicos en contra de la guerra y al final el juicio que se le abrió fue desechado porque el Gobierno le puso un micrófono de manera ilegal. Con razón Ellsberg dijo en una reciente columna del Washington Post que “Edward Snowden tomó la decisión correcta de irse del país”: “El país donde yo me quedé era un Estados Unidos diferente, hace mucho tiempo”.

Creo que ahí está el meollo del asunto. EEUU, aunque sigue teniendo una democracia relativamente sólida –un Congreso que limita las funciones del Presidente, un sistema electoral libre (aunque terriblemente anticuado), una libertad de expresión casi sin límites (y voy con ese “casi” en un momento)—ya no es la luz de la esperanza que fue en los 70 y 80, el sitio donde los perseguidos iban a buscar refugio. El 11 de Septiembre transformó, espero que no para siempre, a EEUU en un gigante paranoico, desconfiado y desesperado por más nunca recibir un golpe tan preciso, y por ello ha optado por comerse algunos derechos civiles básicos de privacidad y decencia en nombre de la Guerra en Contra del Terror.

Consideremos los escándalos que han surgido desde que las redes sociales son grandes: Abu Ghraib. Soldados orinando sobre el cadáver de un talibán. “Collateral Murder”, el video que hizo a Wikileaks famoso. Todo lo que Wikileaks ha sacado, desde ese video hasta los documentos diplomáticos. Las condiciones de la cárcel de Guantánamo y sus recientes alimentaciones forzadas a los prisioneros en huelga de hambre (el rapero y actor Yasiin Bey, mejor conocido como Mos Def, hizo un video para demostrar el procedimiento). Swartz. Manning. Snowden.

¿Lo que más me impresiona de todos estos escándalos? “El  público necesita decidir si estos programas y políticas están bien o mal”, dice Snowden en su entrevista. Pues, si al menos he de creerle a una encuesta de la revista TIME, ya decidió –y no le molesta (al menos el estadounidense). 48% de los encuestados están de acuerdo con el programa de vigilancia de la NSA, mientras que 44% no –una encuesta con un margen de error de +/-4%. O sea, el tema tiene a EEUU fuertemente dividido. Pero 63% considera que ha tenido algún o mucho impacto en garantizar la seguridad nacional, y 48% cree que el Gobierno sí logró el equilibrio adecuado entre proteger su privacidad y proteger su integridad física. (54% considera que Snowden hizo algo bueno, pero 53% considera que igualmente debe ser procesado por lo que hizo.)

¿Entonces? Al fin, Ed Snowden, ¿héroe patriota o villano traidor? Como siempre depende a quién le pregunten. Ciertamente cometió un crimen, haciendo públicos documentos clasificados, lo que contraría el acuerdo de confidencialidad que indudablemente firmó al ser empleado tanto por la CIA como la NSA. ¿Lo que ha revelado podría poner en peligro al país? Creo que a estas alturas, no más de lo que EEUU representa para sí mismos. “Tierra de los libres, hogar de los valientes” suena a algo cada vez más vacío. Y lo digo con dolor, pues es mi país de nacimiento. Pero da dolor ver cómo ha degenerado en los últimos años, cómo su maquinaria gubernamental se ha convertido en lo que tanto ha dicho combatir. Y es una maquinaria que ningún Presidente, no importa lo bien intencionado que sea, tendrá facilidad en desmontar. Y en muchos casos, quizá ni siquiera tenga la disposición de hacerlo.

De modo que Ed Snowden ahora no le queda otro remedio más que buscar asilo en algunos de los países donde la libertad de expresión es un poco cuestionada, como lo son Ecuador, Bolivia y Venezuela, con sus respectivas leyes que limitan la prensa libre. Precisamente porque los tres son tan contrarios a EEUU es que Snowden tenía en ellos su mejor opción de asilo, y como dije al principio, les ha dado las mejores herramientas para continuar atacándolo. En el caso nuestro, es particularmente divertido que el presidente Nicolás Maduro critique a EEUU de espiar “a todo el mundo” cuando ya es bien sabido que todos los principales líderes opositores del país tienen sus celulares e incluso sus casas pinchados, como demostró el reciente caso de la diputada María Corina Machado.

Repito: ¿y entonces? ¿Héroe o villano? Depende a quién pregunten. ¿Me preguntan a mí? No sé si héroe, pero hizo lo correcto. Rompió la ley, sí, pero expuso lo feo que está todo. Lo malo es que, para seguir exponiéndolo, tiene que meterse en la cama con los villanos. De todos modos, rompiendo la ley es a veces la forma que las sociedades avanzan, citando este artículo (en inglés) del blog Thoughtcrime:

Imaginen que haya una realidad alterna distópica donde la defensa de la ley fuera 100% efectiva, de tal manera que cualquiera que potencialmente rompiera la ley supiera que sería inmediatamente identificado, aprehendido y encarcelado. Si una defensa perfecta de la ley fuera una realidad en Minnesota [que acaba de legalizar el matrimonio homosexual, luego de leyes de sodomía que hacían a la propia homosexualidad ilegal desde 2001], Colorado y Washington [que acaban de legalizar el uso de marihuana] desde su fundación en los años 1850, parece muy poco probable que estos cambios recientes hubieran sucedido. ¿Cómo se habría decidido que la marihuana debía ser legal, si nadie nunca la habría usado? ¿Cómo habrían podido decidir los estados que el matrimonio entre gente del mismo sexo debería ser permitido, si nadie hubiera visto o participado en una relación homosexual?

En estos casos sé que depende a quién le pregunten. Pero los dejo con ese pensamiento: rompiendo la ley es a veces como muchas sociedades avanzan. Si no, ustedes aún tendrían esclavos.

Un poquito extra: Por supuesto, si quieren leer un poquito más sobre el caso Snowden, hay cualquier cantidad de artículos en inglés y en español en todos lados. Pero hay un par de cosas relacionadas que me gustaría compartir con  ustedes que me parecen interesantes.

  • The Most Dangerous Man In America es un documental sobre Daniel Ellsberg nominado al Oscar que mucho les recomiendo, no sólo por su calidad sino para que hagan el contraste de los EEUU de 1971 y los de ahora. Por supuesto que está disponible en su proveedor de torrents preferido, pero si son suscriptores de Netflix también está disponible allí.
  • Kieran Haley, un profesor de sociología de la Universidad de Duke, tomó los datos que Edward Snowden reveló de PRISM, el programa de vigilancia que la NSA usa para recolectar metadata de las comunicaciones de los estadounidenses, y la aplicó sólo en las listas de membrecía de varias organizaciones del área de Boston en la década de 1770. Sólo con eso, el nombre de Paul Revere, quizá el nombre más famoso de la Revolución Estadounidense, sale sin ningún problema. En esencia, pareciera que si este sistema hubiera estado en sitio en los tiempos de Paul Revere, EEUU aún sería una colonia británica. (“Rompiendo la ley…”, dije antes…)
  • ¿Por qué no cierra Guantánamo? Por muchas razones. He aquí algunas. Y otras. Aunque un artículo de TIME lo dice sin tapujos: Guantánamo jamás cerrará.
  • Isabel Lara es una periodista residenciada en Washington, hija de la internacionalista Maruja Tarre, que una vez escuchó una llamada privada entre ella y su madre salir tanto en “La Hojilla” como en “Dando y Dando”. Lo cuenta todo en Boing Boing (en inglés).

No se dejen

Estamos a 31 días de las elecciones en Venezuela, llegando al llegadero, como dicen. Esta es la época en que debía suceder algo que yo dije que si ocurría, yo empezaría a realmente preocuparme sobre los resultados de esas elecciones.

Bien, ocurrió. Lo malo es que no ocurrió como yo esperaba. En rueda de prensa desde el parque El Calvario “Ezequiel Zamora”, en Caracas, el presidente Hugo Chávez presentó una encuesta de Datanálisis, una de las encuestadoras más serias del país y una de las que, en lo personal, me parece más confiable a la hora de una medición de opinión. No recuerdo las cifras con exactitud, pero sí recuerdo una ventaja de 14,3 puntos porcentuales del presidente Hugo Chávez sobre el gobernador Henrique Capriles.

Fiel a mi promesa: empiezo a preocuparme.

Claro, hay que decir que no creo que Luis Vicente León haya entregado al Gobierno los resultados de su estudio, en primer lugar, porque esos estudios fueron realizados a solicitud de un cliente privado que pagó una fuerte cantidad para que se hicieran. En conversaciones que yo mismo he sostenido con el director de Datanálisis (y por extensión, con otros representantes de encuestadoras), León me ha aclarado que ellos no anuncian los resultados de sus encuestas, sino que los entregan a los clientes y ellos deciden si los hacen públicos o no. Segundo, León siempre ha tratado de mostrarse imparcial, como demuestra en su cuenta de Twitter, y por ello ha recibido ataques de lado y lado –un compañero que sigo en esa red una vez me comentó lo incómodas de sus verdades, una afirmación que yo sostengo— pero sí se ha identificado con la oposición con anterioridad, así que me permito dudar que el Gobierno haya contratado a su empresa para un estudio de opinión. Así que con el perdón, sospecho juego sucio en la manera en que el Gobierno haya obtenido esa información.

Pero obvio, eso no cambia los números que allí presentaron. No cambia el hecho que Datanálisis, como ya dije, es una de las firmas más serias y respetadas en el país; junto con Consultores 21, y para hablar con terminología beisbolera, tiene el average de bateo más alto en las encuestadoras del país a la hora de predecir una elección, cosa que dudo de Hinterlaces, IVAD, Mercanálisis y en especial de GIS XXI, fundada por el ex ministro de Ciencia y Tecnología, Jesse Chacón. (Lo siento; ese pana tiene demasiada afinidad con el Presidente. Demasiada.)

SI de verdad esos son los números de Datanálisis –y Luis Vicente León ha estado callado—pues esos son los números: Chávez ganaría con 14 puntos por encima de Capriles. Más o menos dos millones y medio de votos.

Las últimas semanas se nota que la cosa no es que esté tan distendida, porque ciertamente la campaña se ha calentado por parte del Gobierno. Las palabras “jalabola”, “fascista”, “neoliberalismo” y “paquetazo” se unieron a “majunche” en el léxico del Presidente para referirse a Capriles. La última salió de declaraciones de David De Lima, ex gobernador de Anzoátegui, y apenas hace unas horas, William Ojeda, diputado de la Asamblea Nacional. Ambos denunciaron un plan oculto del comando de campaña de Capriles, un plan de Gobierno que llevaría a Venezuela a un vuelco a la derecha al estilo de Mariano Rajoy en España (de hecho De Lima comparó a Capriles con el actual presidente del gobierno español). Que el hecho que tanto De Lima como Ojeda empezaron su carrera política como miembros del Movimiento Quinta República y luego militaron en la oposición, Ojeda en particular, monta algunas sospechas, y yo por lo menos quiero pensar que es un intento por el Gobierno de meter miedo a los indecisos y opositores “flojos”, y de tanto De Lima como Ojeda de volver a lucir.

(Un aparte sobre Ojeda: el hombre ha tratado en cuatro ocasiones de ganar la alcaldía del municipio Sucre, una vez con el MVR y tres con la oposición, primero con su partido Un Solo Pueblo y luego con Un Nuevo Tiempo. En las últimas elecciones regionales, cuando Leopoldo López fue inhabilitado y no pudo presentar su candidatura a la Alcaldía Mayor de Caracas, Ojeda fue propuesto por UNT, a pesar que Antonio Ledezma había sido el candidato por consenso –y eventual ganador—.)

¿El daño ya está hecho? Quizá. Pero yo destaco algo que Luzmely Reyes, jefa de política de Últimas Noticias (y una excelente persona), escribió en su columna del pasado domingo. Menciona que en las encuestas, las respuestas a “por quién votaría usted si el presidente Chávez no se puede presentar”, la opción no es Elías Jaua; es Capriles. También destaca que se podría leer que, o es Chávez, o es ninguno. Considerando que el cáncer parece que ya no es un problema –y si lo es, Reyes destaca, se está evitando como la plaga—yo no me preocuparía tanto porque Chávez no se va a presentar. Lo que sí quiero destacar es la última parte de su columna.

Pero si eso pasa allí, del lado de la oposición sucede una situación de descreimiento que puede afectar la opción de Capriles Radonski. Como algunos saben, el voto opositor suele ser muy sensible y huidizo. En general, cuando se le pregunta a los encuestados «quién cree Ud. que va ganar», la mayoría afirma que Chávez, incluso aquellos que votan por Capriles. 

No hay que confundir este indicador «percepción de ganador» con intención de voto, pero los expertos advierten que es como una señal de alerta sobre una posible abstención. Si un votante piensa que su opción no tiene vida, puede terminar por no asistir a las urnas.

Tal situación se parece a la que se presentó en el referendo por la reforma constitucional en 2007. 

Aquella vez, los estudios mostraban que el NO estaba preñado de abstención. Los que preferían negar la petición del Presidente se abstenían porque creían que Chávez ganaría. Cuando factores de oposición se dieron cuenta de esto, comenzaron una agresiva campaña llamando a votar. La recta final de aquella campaña fue emocionante, porque también obligó al Presidente a moverse para reducir la brecha que se iba a abriendo. 

El referéndum por la reforma constitucional ha sido la única ocasión  que la oposición ha ganado una elección al presidente Chávez. Y la ganamos con una abstención de 44,11%.

No nos dejemos meter miedo, gente. Sí, no se puede negar que, al apelar a la mayor demografía del país, el Presidente siempre tendrá una ventaja legítima. Pero asimismo, siempre usa el temor como un arma. Ha dicho reiteradamente que si Capriles ganara, se acabarían las misiones, se privatizaría PDVSA, se eliminaría el gasto social, incluso se llegaría a una guerra civil (más palabras de De Lima que suyas). Yo espero pensar que nadie sería tan idiota.

Analicemos brevemente: gente que ha recibido atención médica gratuita por primera vez en su vida, ha recibido una vivienda propia (con condiciones) luego de vivir en un rancho, que ha recibido una educación (no muy avanzada, pero educación al fin) por primera vez en su vida, ¿va a llegar un gobierno a decirle “eh, mira, disculpa, pero ya no lo puedes tener”? ¿Es que creen que no se aprendió nada del Caracazo? Al mismo tiempo, debo destacar el mal estado de las carreteras y hospitales, la demora en resolver la vivienda, los constantes apagones y otras deficiencias en servicios básicos, las condiciones con las que te dan las viviendas en la Gran Misión Vivienda Venezuela (no te dan un título de propiedad, así que no puedes ni venderla, ni alquilarla ni modificarla) y un largo etcétera para decir que estos 14 años tampoco es que hayan sido un ejemplo a seguir. Chávez lo que sí hizo, como ya dije una vez,  es aumentar nuestra conciencia socia, demostrar que no se pueden ignorar las necesidades de la gente, del pueblo, durante tanto tiempo. Como tampoco demostrar l’estat c’est moi constantemente.

En pocas palabras, gente: una encuesta es sólo una fotografía de un momento. ¿Que la encuesta de Datanálisis demuestra una ventaja? Sí. ¿Que ya es seguro que va a ganar? No. ¿Que va a ganar seguro si no vamos a votar? Pero de bolas que sí.

A VOTAR CARAJO.

Equilibrio: lo más difícil

url1Yo no bloqueo gente en Twitter. El grupo del pajarito azul es una plataforma abierta, donde uno puede y debería encontrarse con gente de todos los colores de la vida y aprender a hablar con ellos, de manera constructiva, tranquila y sobre todo abierta. Todo el mundo tiene derecho a su opinión, un cliché que creo se está olvidando en nuestras sociedad.

 

Pero hoy bloqueé a una persona (obviamente no esperen que la mencione) que, mientras critica fuertemente a este gobierno, se empeña en usar las mismas tácticas que él: despreciando a quienes no opinan o piensan igual, refiriéndose con desprecio a otros y, lo peor, celebrando la muerte de cada miembro del gobierno (la más sonora fue cuando murió Luis Tascón). Allá ella y su odio por los demás, allá ella y su radicalismo. Intolerante contra la intolerancia.

 

Admito que luego me arrepentí un poco –total, no es como si le hice un gran daño por bloquearla, de seguro hasta risa le dio—sobre todo porque creo que caí en su juego. Pero en esta sociedad, ser equilibrado es cada vez más difícil, al punto que empiezo de verdad a preocuparme por el destino del país. Gente que se mata entre sí sólo porque se les atravesó en la calle, gente que no contempla bloquear un acceso y se queja porque le reclamas, diciendo “ay gran vaina eran dos minutos”, y ni empiecen a hacerme hablar del Metro. Muchos sufren de una agresiva apatía: queremos buscar el camino más rápido para lograr lo que queremos, así signifique pasar por encima de los demás. Y el pensamiento general parece ser: “Mientras yo esté bien, ¿qué me importan los demás?”

 

En mi carrera, siempre existirá el debate de la objetividad: el periodista no se puede involucrar, limitarse a reportar los hechos, no ser la historia. Hay tantos que se han olvidado de eso, bien sea haciéndole venias al Gobierno (criticable sin importar quién esté en Miraflores) o convirtiéndose en actores políticos abiertamente. Y muchas veces, se defienden diciendo “no hemos sido nosotros quienes hemos iniciado el conflicto”. ¿Se acuerdan cuando eran niños, peleábamos con nuestros hermanos y nos defendíamos diciendo  “él empezó”? Es cierto, los periodistas no podemos dejar de ser ciudadanos preocupados por nuestra situación, pero prestarnos a inclinar la balanza a favor de una u otra tendencia es reprobable.

 

Esa ética del periodista es necesaria en este país tan convulsionado, donde gente tan radical está en el poder y quiere tumbarlo. Debemos todos entender que siempre habrán tres verdades: la mía, la del otro y la que es. Mientras tanto, debemos entender que no porque A tiene una opinión distinta a B quiere decir automáticamente que los dos están equivocados; simplemente hay que escuchar más, tolerar más. Tratemos de ser interdependientes como sociedad, como país, como persona, donde entendamos de una vez que no vamos a avanzar como país hasta que estemos TODOS bien, no si el pequeño círculo que nos rodea es el único que está bien.

 

A casi diez años desde el momento en que tomé la decisión de estudiar esta carrera, que me ha permitido acercarme a una realidad venezolana que desconocía, me ha enseñado a comunicarme mejor con la gente y una larga lista de otros beneficios y bendiciones, aprovecha el Día del Periodista para pedirle a Venezuela que “le baje dos”, que dejemos los pleitos, que entendamos que ceder ante el otro o respetar las reglas no nos hace pendejos ni huevones.

 

A todos mis colegas, los que estudiaron conmigo y los que admiro, a todos mis profesores (Acianella, Néstor, Juan Ernesto, Antonio, Fernando, Sebastián), a todos mis jefes (Lisbeth, Lorena, Antonio otra vez), que siempre nos sintamos orgullosos de esta profesión que escogimos, y que nunca dejemos de trabajar por hacer de este país uno mejor.

 

¡Feliz día, colegas!

¿Y si se muere?

Para los que no quieran leer un post largo y a los que están listos para enviarme cuanta maldición se les ocurra, les doy la versión corta:

La gran cagada.

Para los demás (y gracias, de paso), me explico.

Ya no hay Copa América, peo en El Rodeo, Miss Venezue o Transformers 3 fuera de la pantalla venezolana que valga. Luego del jueves en la noche, hay un solo tema en la boca de todos los venezolanos: el presidente Hugo Chávez anunció que le extirparon un tumor cancerígeno y está en tratamiento.

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Una semana antes, el periodista Nelson Bocaranda publicó un amplio artículo en El Universal (aquí lo pueden descargar en PDF) informando que lo del absceso pélvico que originalmente se había anunciado fue por lo que lo operaron no era del todo cierto, y fue el primero que usó públicamente la palabra “cáncer”. El presidente de la Asamblea había desmentido con vehemencia que el Presidente tuviera ese mal y fue, en mi opinión, el que quedó peor, con el diputado Saúl Ortega en segundo lugar al decir que Chávez estaría en el país “en las próximas horas” el 20 de junio, lo que obligó al ministro de Comunicaciones, Andrés Izarra, le dijera muy sutilmente que se callara la jeta.

Empezaron a hablar las voces en contra. La oposición cuestiona que el presidente Chávez esté mandando en Cuba, pidiendo que se declare falta temporal y que el vicepresidente Elías Jaua asuma para cubrir el vacío de poder, según la Constitución. Jaua muy tranquilo dice que no hay necesidad de eso, que el presidente puede estar fuera del país un máximo de 180 días –incluso que estaría aquí antes— y puede segur mandando desde donde esté –lo que sí va en contra de la Constitución, que establece que el centro de poder está en Caracas, no donde esté su Presidente.

Una vez que las mandíbulas colectivas fueron puestas de nuevo en su lugar, empezaron las especulaciones. En un artículo de opinión publicado por el Washington Post, la bloguea cubana Yoani Sánchez compara todo el hermetismo alrededor de la salud del Presidente con la que hubo en 2006 por la salud de Fidel Castro. “Acostumbrados como estamos a leer reportes médicos al revés y careciendo de confianza en diagnósticos benignos, la convalecencia de Hugo Chávez no ha pasado desapercibida en nuestro país”, escribe Sánchez. “Al igual que con Fidel Castro, los medios cubanos buscaron aliviar las preocupaciones sobre Chávez. Hasta el jueves en la noche, los detalles de su salud no se habían hecho públicos. El secretismo rodeando la cirugía realizada al presidente de Venezuela reforzó nuestra sensación que se estaba ocultando información. Como fue el caso hace cinco veranos, los reportes oficiales jugaron a distracción y subestimación. La falta de claridad sugiere que estamos reviviendo esos días paranoicos cuando una cortina de silencio fue corrida alrededor de un anciano, y no sabíamos si aún respiraba o era incapaz de seguir comandando ‘sus tropas’”.

Ah… Y no olvidemos incluir lo que salió hoy en El País de España: que si en efecto tuvo u absceso pélvico y encima se le extrajo un tumor cancerígeno, lo que nuestro Presi tiene es cáncer de sigma perforado. (El sigma es la parte final del colon.) “La segunda causa en frecuencia de absceso pélvico (una acumulación de pus en la parte baja del abdomen) en pacientes de esa edad y exceptuando la apendicitis -que es más frecuente en jóvenes-, es el cáncer de sigma”, dijo uno de los médicos consultados por El País. “La primera es la complicación de otra enfermedad frecuente en esas edades, la diverticulosis, que no es otra cosa que la aparición de pequeñas bolsas en la pared del colon que no produce síntomas. En ocasiones esos divertículos se inflaman y pueden producir la perforación del intestino grueso”. (Claro, me saca la piedra que todos los médicos consultados en el artículo se abstuvieron de dar su nombre. Ni que fueran médicos de aquí que les van a perseguir su familia, no joda.)

Yo no sé si es algo exclusivo de mandatarios militares o militaristas que la salud del presidente debe ser tratada como secreto de estado –¿qué tan avanzado estaba el cáncer del presidente paraguayo Fernando Lugo el año pasado?— pero creo que dice bastante sobre los regímenes autocráticos donde revuelve casi todo en torno a la figura de una sola persona.  Salvando las distancias –y mira que son LAS distancias— piensen en cuánto duró el gomecismo en el poder luego de la muerte del Benemérito Juan Vicente Gómez. Cuánto sobrevivió el nacionalsocialismo después que Hitler se metió un tiro.

Chávez no es ni de cerca un dictador como Gómez y muchísimo menos que Hitler, y eso lo creo de todo corazón; cualquiera que piense parecido está pelando bola de cajón y de calle. Pero no se puede negar que el Gobierno, la vida del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y aún de su tren ministerial gira en torno a él como lunas alrededor de un planeta. Cuando hay rencillas internas en el partido –y admito que esto es especulación, pues dichas rencillas se mantienen bien en secreto— es su mano la que pone orden. Cuando hay campaña para mandatarios regionales, parecía que la imagen del Presidente aparecía con mayor frecuencia que los propios candidatos, a tal grado que el Gobierno tuvo que prohibir ese uso el año pasado.

Ante ese panorama, hay que incluir algo que quizá duela admitir: Chávez es un presidente carismático como pocos. Lo que Chávez despierta no es amor, es muchas veces fanatismo, comparable en algunos casos con las obsesiones de una adolescente por el chamo que no le para o sólo se la cogió una noche. El tipo te puede tratar mal, no cumplir lo que promete, tardar en complacerte, pero basta con que te hable bonito y te medio complazca en algo y ah no, ese es Dios. “Él sí me quiere, pero está demasiado ocupado…” “Él nos ama, pero no puede estar en todos lados…”

Dicho eso, espero entiendan por qué digo que, suponiendo que Chávez no venza el cáncer que lo aqueja –y honestamente no tiene por qué no hacerlo—, esa sería la gran cagada. Igual si se mejora, la verdad.
¿Saben en dónde está la popularidad de Chávez ahorita? Dependiendo a quién le pregunten, está entre 35% y 53%. Pero supongan que el hombre se recupera. (Que honestamente eso espero.) ¿Saben lo fuerte que se va a ver al haber vencido un cáncer? Ahorita todo el Gobierno está aplicando una de “pobrecito, estemos pendientes de él”. Luego será “ay tan bello, míralo, ni el cáncer pudo con él”.

Pero ahora supongamos que el hombre empeora y muere, antes de 2012.

Si en efecto el Presidente es el único que mantiene la unidad dentro del PSUV, su ausencia haría una batalla por el poder inmediata y me atrevería a decir sangrienta (si no en el sentido literal). Las voces más prudentes y tranquilas –como el primer vicepresidente de la Asamblea y ex alcalde mayor de Caracas, Aristóbulo Istúriz, o el propio Soto Rojas—serían bien acalladas.

Pero si no, si en efecto el PSUV decide respetar los deseos de Chávez sobre quién lo sucedería en el poder (o al menos sería su abanderado en la candidatura), ese hombre –o mujer— contará con el equivalente de la bendición de un santo. Todo el mundo sabe quiénes son los más cercanos al Presidente: el diputado y ex ministro Diosdado Cabello; el ministro de Energía y Minas y presidente de Petróleos de Venezuela Rafael Ramírez; el hermano del Presidente y gobernador de Barinas, Adán Chávez; la diputada Cilia Flores; el canciller Nicolás Maduro; y por supuesto, el propio Jaua, quien en menos de dos años ha ascendido los rangos como espuma. Cualquiera de ellos podría estar listo para brincar a la candidatura sin (mucho) chistar de los otros (aunque rumores de tirrias entre Jaua y Cabello abundan en las redacciones).

Eso sí, ninguno tiene el carisma de Chávez. Su hermano habla como la maestra de Charlie Brown articulando; Jaua, con toda su habilidad para hablar no tiene el mismo toque popular del Presi, mucho menos Ramírez. Y Cabello es, sencillamente, demasiado pedante. Podrían mantenerse en el poder gracias a “la memoria de nuestro Presidente”, pero nadie se creerá que estarán ahí “hasta el dos mil siempre”.

Pero está el mientras tanto.

Este es el peor momento para hablar mal de Chávez, mi gente. Desearle mal, burlarse de su condición, rezar a que se muera… Mira, dada la profunda división que aplicó entre los venezolanos, donde el mayor peo que teníamos era broncas en un Caracas-Magallanes, son reacciones naturales. Pero como hijo de un paciente al que le detectaron células cancerígenas, ir tan en contra de un paciente de cáncer lo que hace es fortalecer la simpatía por él. Es hacer leña del árbol caído. Mala idea. O sea, ¿hablas mal de Chávez y los chavistas, y te extraña que nos tengan arrechera? Es cierto, los que lo oponemos hemos recibido coñazo, nos han quitado televisoras y radios, y ha hecho que gente como Manuel Rosales y Henrique Salas Feo reciban más publicidad de la que se merecen, amén de todo el rollo que ha habido en las cárceles, el auge de la delincuencia y una crisis habitacional que me pegó más cerca de lo que quise.

Pero si de verdad quieren salir de él, más les vale que trabajen para hacerse que ustedes se vean menos coñemadres y más como una alternativa a él. O si no, nunca se va a ir, así no esté.

Que se recupere, Presidente. Mi opción de candidato lo espera sano y salvo.

Tony

Tony aún está en sus años 20. Su esposa –aunque uso ese término muy a la ligera— no es mayor de edad; tienen una hijita que está aprendiendo a caminar. Tony tiene algo en la lengua, en los dientes, en la boca, que impide que se le entienda bien lo que dice. El hecho que habla a diez palabras por segundo no ayuda.

Tony es educado, humilde, fácil para reír, buen trabajador. Ha estado trabajando con la familia de mi esposa desde hace más de un año; su suegra limpia, su hijastro lava carros y ayuda. Hace tres meses, empezó a trabajar en nuestra nueva casa, empezando por remodelar nuestro baño, y terminando por baldosar el piso.
Tony es bien eficiente: terminó el baño en una semana, el piso de la sala en dos. Y habría terminado el piso de los cuartos mañana.

Hasta que anoche, a Tony se le cayó la casa.

Fue a trabajar a la nuestra en la mañana, pero se tuvo que ir para empezar a sacar sus cosas antes que ocurriera lo inevitable. Lo que ocurrió cuando estábamos pidiéndole que bajara los escombros para empezar a mudar nuestras cosas.

Tony se mudó a la casa de su suegra, pero aún hay peligro allí. Ahora está en casa de unos vecinos, él, su esposa y su hijita.

Ahora Tony es parte de los más de 30.000 damnificados en el estado, producto de lluvias, malas construcciones y mal urbanismo.

Él y su familia están bien. Y a la vez no lo están. Pues no tienen un techo sobre su casa.

Ahora Tony no puede ir más a mi casa.

Mi casa vacía.

Ahora explíquenme por qué debo tratar a Tony como una amenaza.

Por qué debo tratar a un muchacho cuyo único motivo de queja para mí es lo poco que le entiendo cuando habla como un peligro para mi futuro.

Por qué tengo que prevenir que alguien que sólo necesita resolver su futuro perturbe el mío.

No se molesten en escribirlo en los comentarios; ya sé por qué.

Porque entonces todo por lo que he peleado se vendrá abajo.

Porque podría perderlo todo.

Como Tony.

Esa es la situación en la que estamos viviendo en el país, donde las cosas malas le pasan muy a menudo a la gente buena, y la gente buena se puede convertir en mala rapidito.

Lo único que deseo en este momento es que esta historia fuera tan mentira como el nombre de Tony.

Cambios, lecturas y plumas

Panteón Nacional. Foto mía.

Fue el hombre de las palomas quien finalmente me convenció.
Puede que lo sepan o no: desde el 1° de marzo estoy en un nuevo trabajo, luego de casi cuatro años en El Nacional. Es u  cambio que nunca pensé hacer, y es tan radical un cambio como el que haré más adelante este año, cuando contraiga nupcias (sí, decir “casarme” sonaba menos elegante en el estado mental en el que estoy ahora).
La felicidad que sentí cuando recibí la oferta de trabajar en la página web de El Nacional en julio de 2007; arranqué a trabajar allí un mes después. Sólo es comparable con la que sintió mi madre cuando supo que iba a trabajar ahí, un periódico tan cercano y querido para su corazón.
Aunque eso es un eufemismo. El Nacional  formó una parte importante de la vida de mi madre y su familia cuando crecía. Mi abuelo Pablo Rojas Guardia, de quien ya he hablado antes, era amigo de Miguel Otero Silva, fundador del periódico, y era frecuente contribuyente durante los  años 40, como aún lo es su hijo, mi tío y padrino, Armando Rojas Guardia. Él, mi madre y sus dos hermanas aprendieron a leer con El Nacional, al igual que lo hice yo. Leer el periódico era parte de mi desayuno cuando tenía un estilo de vida menos atorado que el actual, y era impelable sentarme con mi madre a leerlo los domingos. De hecho, cuando me fui de mi casa hace poco más de un año ya, inicié la costumbre de ir a un kiosco a unas dos cuadras de mi casa en las mañanas para proveerme de su acostumbrada dosis de noticias y opinión y comiquitas e interminables panfletos publicitarios.
Cuando me fui, me fui por un trabajo mejor pagado, una mejor posición laboral y un ambiente de trabajo más distendido. Pero más que sentirme particularmente contento —como estoy ahora— sentía una extraña tristeza burbujeando bajo la superficie. Me fui muy tranquilamente, con una relación generalmente buena con la empresa, aunque mi desempeño no haya sido necesariamente el mejor. Pero lo único que puedo decir es algo parecido a lo que dije cuando entrevisté a Alfredo Escalante: hay que tener cuidado cuando conoces bien a tus ídolos.
El día que empecé en mi nuevo trabajo se podía ver que esto iba a ser un notable cambio en mi vida. En primer lugar, estoy en el centro de la ciudad, muy lejos del este de Caracas donde he tenido todos mis trabajos más importantes (hasta ahora). En segundo lugar, el centro siempre ha tenido una mezcla de “tierra sin ley” y monumento histórico que me ha mantenido alejado durante mucho tiempo de él; yo sólo venía aquí para registrar mi título, acompañar a una ex al CNE, o de niño a visitar la Plaza Bolívar. Ahora camino todos los días por esa plaza, la Catedral, el Museo Sacro, el Palacio de Gobierno del Distrito Capital (saben, lo que alguna vez fue la Alcaldía Mayor)…
Ardilla en la Plaza Bolívar. Foto mía.
Y ahí vi al hombre de las palomas.
No tengo idea quién es, pero debe trabajar por ahí cerca. Le calculo unos cincuenta años, alto, con un amplio bigote salpicado por canas. Siempre viste de jeans, una camisa ni vieja ni nueva, y una gorra beige. Las patas de gallo en las comisuras de los ojos revela que es un tipo que vive riendo. Si ustedes tuvieran la relación que este pana tiene con los animales de la plaza ustedes también vivirían pelando los dientes.
El primer día que lo vi, me llamaba la atención porque, mientras que las palomas y las ardillas de la plaza ya están tan acostumbradas a la gente que una ardilla un día simplemente se me acercó como si nada porque por lo visto algo en mi postura le decía “tengo comida” —para luego alejarse con una actitud muy parecida a la que sentía en el colegio y le buscaba conversación a la chama equivocada—, a este señor lo inundaban. Una valiente amiga se paraba sobre su cabeza, mientras que no menos de sesenta lo seguían como las ratas de Hamelyn. Igual las ardillas: en lo que sabían que estaba cerca d su árbol, al menos cuatro bajaban de las copas de los árboles pendiente de un manicito, una mandarina, lo que sea que este señor le fuera a ofrecer.
Viéndolo, siempre pendiente de tomarle una foto (pronto, pronto) olvidé lo que una vez leí que decía que las palomas son de los seres más egoístas que existen, buscando en todo momento fuñirle la vida al vecino con tal de tener más comida, a la vez usándolos como escudo por aquello de “seguridad en números”. Olvidaba que las ardillas son territoriales y, con todo lo adorable que parecen, muerden duro y frecuente. Más bien me inundó una especie de fascinación infantil, un mundo de maravillas que uno sólo ve si está pendiente del mundo que te rodea. Me hizo acordarme de una historia que escuché sobre un violinista que, como parte de un experimento del Washington Post, tocó un día en el metro de Washington, para ser ignorado por todo el mundo, excepto una persona: estamos tan absortos en nuestra vida diaria que a veces no vemos las cosas buenas que ocurren bajo nuestras narices.
El hombre de las palomas no sólo me hizo darme cuenta que mi vida está radicalmente distinta de lo que estaba hace un año —me hizo darme cuenta que mi vida está en un muy buen sitio este año. Y estoy agradecido por todo esto.
Tengo que entrevistar a ese pana.

La lista queda

Sabrán disculparme, amigos, si se sienten un poco engañados por el título y lo que están a punto de leer. Pero lo que he visto hoy me impulsó a escribir este post. Parece que ahora necesito grandes acontecimientos para escribir por aquí… Pero bueno.

Hoy murió, a dos semanas de cumplir los 42 años de edad (recién cumplidos, igual que nuestro Presidente) el diputado Luis Tascón, luego de cuatro meses padeciendo un muy agresivo cáncer de colon. Fue un shock para mí ver a la presidenta de la Asamblea Nacional, Cilia Flores, una mujer que a pesar de la inmensa arrechera que le tengo hay que admirarle la facilidad para decir las cosas sin reírse, perder la compostura por completo cuando interrumpió una discusión en el hemiciclo y a dura penas pudo anunciar el fallecimiento de Tascón y pedir un minuto de silencio por su partida. Incluso se tuvo que retirar de su puesto. Si todo era teatro para demostrar que a pesar de todo era humana, lo desconozco. En especial considerando lo mal que lo trató un par de veces en el Parlamento y fuera de él. Pero igual me dejó pensando.

Y en esta época, sabes que Internet va a ebullir de comentarios. Algunos buenos, algunos malos, otros muy malos. La muerte de este señor ha despertado cada sentimiento negativo que hay en la sociedad. Si hacen una búsqueda en Twitter –como yo hice—se darán cuenta que el amigo era… bueno, amigo de muy pocos en Twitter. Desde un «qué bueno», pasando por un «uno menos» hasta uno que propuso que exhumaran su cadáver para bailar un joropo sobre sus cenizas. Ni se diga el que propuso en cierta página que no voy a mencionar que se hiciera una «fumigación de ratas al resto del chavismo» para que siguieran su camino. Y ni estoy hablando de la que pidió que le respetaran su libertad de expresión por alegrarse de la muerte del diputado, y que no se molestaran en decirle que Dios la castigaría porque ella era atea. (Te lo respeto amiga, pero no esperes que lo comparta.) Incluso, mientras escribo esto en mi cuarto, escucho a mi vecino de arriba decirlo claro y raspa’o: «Qué bueno que se murió Luis Tascón».

Ahora, sería muy, muy ingenuo si dijera que Tascón no se buscó esta clase de odio él mismo. O al menos, se prestó para recibirlo sin quizá saber lo que se le iba a venir. O de tan ciega obediencia que no le importó. Para los que no lo sepan, bien sea porque me leen del exterior o porque han vivido en una cueva estos últimos años, y no quieren leer Wikipedia, este es el cuento, que pueden saltarse si ya se lo saben.

En 2004, cuando el presidente Hugo Chávez cumplió la mitad de su primer mandato, un referéndum revocatorio para sacarlo del poder constitucionalmente. La forma de activarlo era recoger «un número no menor del veinte por ciento (20%) de los electores o electoras inscritos en la correspondiente circunscripción podrá solicitar la convocatoria de un referendo para revocar su mandato. Cuando igual o mayor número de electores y electoras que eligieron al funcionario o funcionaria hubieren votado a favor de la revocatoria, siempre que haya concurrido al referendo un número de electores y electoras igual o superior al veinticinco por ciento (25%) de los electores y electoras inscritos, se considerará revocado su mandato y se procederá de inmediato a cubrir la falta absoluta conforme a lo dispuesto en esta Constitución y la ley», según el artículo 72 de nuestra Constitución. Casi cuatro millones de firmas se recolectaron, aunque al final se validaron 2,4 millones de ellas. Chávez igualmente ganó ese referéndum con casi 60% de los votos, pero los verdaderos problemas empezaron después.

Para demostrar un supuesto fraude de la oposición, Tascón fue comisionado por el Presidente a obtener esas firmas. Supuestamente, el diputado había comprado la lista a un miembro de la ONG Súmate, quien había ayudado a organizar la recolecta de firmas, pero por declaraciones dadas que había dado en días anteriores, la versión actual es que el hombre pudo pasar cuatro días fotocopiando las planillas con el permiso expreso de los rectores del Consejo Nacional Electoral. Por si fuera poco, Tascón subió esa data a su página web –y la lista se hizo pública. Sumado a un despido masivo de trabajadores de Petróleos de Venezuela en 2002, ahora empezaron a ser despedidos empleados de ministerios, contratistas y demás empleados directos o indirectos del Gobierno. Se empezaron a negar préstamos, detener asistencias, incluso a negar servicios médicos, como lo contó la periodista Mari Montes en su Twitter. Mucha gente debió abandonar el país, los que pudieron; otros cayeron en una profunda depresión, incluso el suicidio. Esta situación duró hasta abril de 2005, cuando el propio presidente Chávez ordenó que se «enterrara» la ahora llamada lista Tascón. No se ha cumplido al 100%, por lo que he escuchado, pero fue suficiente para que Tascón subiera el ranking de los más odiados del chavismo.

Claro, el chavismo no fue que lo trató muy bien. En 2007, el compadre de Chávez, su ex ministro de la Defensa, Raúl Isaías Baduel, criticó el proyecto de reforma constitucional que se iba a dar ese año, que luego no fue aprobado, y Tascón, en medio de voces que llamaban a la cabeza del general, indicó que sus declaraciones revelaba una división dentro del chavismo. ¿Osaste defender a un traidor?, bramó el aún por constituirse Partido Socialista Unido de Venezuela, el nuevo partido que agruparía a todas las facciones que apoyaban al Presidente. Por ello, Tascón se convirtió en el primer expulsado de un partido que aún no existía. De alguna forma, Tascón logra que lo perdonen, y sigue haciendo su trabajo dentro del Gobierno, hasta febrero de 2008, cuando Tascón tiene el tupé de denunciar al presidente del órgano recolector de impuestos, el Seniat, José David Cabello, de corrupción –y da la casualidad que el hermano de Cabello, Diosdado, es uno de los ministros más importantes del chavismo (bueno, lo era). Resultado: Tascón es expulsado del PSUV, de nuevo, y esta vez hasta el propio Diosdado lo llamó «agente del imperio«. Auch.

Aquí termina el cuento. Dado ese panorama, creo que hay que admirar los cojones que Tascón tuvo para lanzarse a alcalde del municipio Libertador (el más grande de Caracas) con un partido que él mismo fundó, Nuevo Camino Revolucionario. Por supuesto, sólo obtuvo 0,37% de los votos. Pero el hombre siguió insistiendo con sus denuncias, ahora como supuesto crítico del chavismo duro, pregonando ética y moral revolucionaria. Mientras que ya hasta se cree que el propio José Gregorio Hernández no ha sido santificado porque firmó.

¿Motivos suficientes para agarrarle hasta treinta arrecheras? Pero por supuesto. ¿Motivos para alegrarse por su muerte? POR SUPUESTO QUE NO, CARAJO.

En primer lugar, Tascón tenía una esposa, una hija y una madre aún viva. Como si fuera poco el odio que se debieron calar mientras estaba en vida, y los cuatro meses de agonía que debió superar, ahora deben leer todos los insultos y desahogos de la gente que decide aprovechar para sacar lo peorcito que tiene. ¿Qué esperan? ¿Lograr tres muertes más? ¿O creen que ellas son también culpables de lo que Tascón haya hecho o dejado que pasara? ¿Y cómo se sentirían ustedes si ven a su padre, esposo, hijo, madre, esposa o hija, recientemente muerto, insultado por gente que ni lo conoció?

En segundo lugar, ¿qué están ganando con eso? «El desahogo», me diría uno de los menos virulentos, como me dijo una vez que critiqué una pita que le hicieron a la modelo Anarella Bono cuando fue jurado en el Miss Venezuela 2007, por sus preferencias políticas. «Botellazos por la cabeza, persecuciones, lista Tascón, periodistas presos, ¿versus una pitada? No joda, me canso», me dijo. Porque es cierto, el Gobierno nos ha llevado a todos a un estado de casi permanente confrontación, y la lista Tascón es muestra de ello. Si no piensas como yo, estás en contra de mí, y debes ser barrido. O estás conmigo o no. Y el Presidente ha repetido esta frase o su equivalente una y otra vez. Es muy, muy difícil evitar caer en este círculo de confrontación, y de hecho ya vimos antes cómo, durante la breve salida del poder de Chávez en 2002, a su entonces ministro del Interior, Ramón Rodríguez Chacín (de quien se rumoró podría seguir el camino de Tascón, antes de aparecer en público recientemente) se le detuvo en la urbanización Santa Fe, y una turba enardecida lo golpeó fuertemente. Para nada, pues seis años después el hombre volvió a su cargo, aunque sea brevemente, y para ayudar a traer rehenes de las FARC de Colombia de vuelta a casa.

Eso me trae al meollo del asunto, y disculpen si me extendí. Algún día, Chávez se irá del poder. Y yo confío en que será por votos. Es más, será por votos. Quizás hasta en el propio 2012, cuando son las próximas elecciones presidenciales. Se montará entonces alguien de oposición, quién sabe quién. ¿Y entonces? ¿Saldremos con un bate a buscar al ministro del Interior actual, Tareck El-Aissami? ¿Habrá alguien que corra a arrancarle los pelos a la diputada Iris Varela, amiga de Tascón? ¿Ningún chavista podrá trabajar para e Gobierno? ¿Quiere decir que le tendría que decir a mis familiares que apoyan al Gobierno «quién te mandó»? Entonces, ¿pretendemos mejorar a Venezuela, o a dejarla igual, si no peor?

Nadie merece morir. Punto. Eso lo decide Dios o como decidan ustedes creerlo, si son ateos. Si el cáncer es un castigo divino, entonces mi padre algo nos ha ocultado, porque él lidió con el cáncer hace unos años atrás (y se curó). Un error común del Gobierno es pensar que Chávez estará en la presidencia para siempre; un error común y aún más peligroso de los que le oponen es pensar que, al irse Chávez, se acabó el chavismo. Chávez ha creado demasiado fanatismo, demasiada lealtad entre muchos de sus seguidores, como para pensar que el día que Chávez no sea presidente van a dejar de tener peso en el país. ¿Qué creen, que se irán todos a Cuba? ¿O están esperando una guerra civil? Si me pongo a ver los comentarios en Twitter, hay más de uno que se ve muy valiente detrás de un teclado. ¿Es así como queremos a Venezuela? Basié. Yo no. La lista Tascón no sé si haya sido enterrada, pero la lista que es su contraria, la que cada opositor radical tiene en su cabeza, que tiene los nombres de cuanto chavista quisiera ver caer cuando no sean gobierno, está vivita y coleando.

Sinceramente, la muerte de Luis Tascón ni me alegró, como no le alegró a la propia Mari Montes, ni me entristeció. Lo que sí me entristeció fue ver la cara de la Venezuela que ciertamente ayudó a crear y dejó al descubierto con su muerte. Espero que haya algo que aún se pueda rescatar de ella. Descansa en paz, Luis. Que Dios se apiade de tu alma. Y le dé paz a los que te extrañarán.

Gustavo y Franklin

Soda Stereo es lo mejor que ha salido de Argentina desde Valeria Mazza y Julio Cortázar. Es EL grupo de rock en español, algo de lo que me di cuenta lamentablemente después que se disolvieron, claro. No he seguido la carrera como solista de su líder, Gustavo Cerati, pero no hay forma que no acepte su talento tanto para interpretar como para componer. En estos momentos, Cerati está siendo tratado en un centro clínico aquí en Caracas, luego que sufriera un accidente isquémico transitorio (algo que puede generar en un ACV completo) después de un concierto que ofreciera el sábado en la Universidad Simón Bolívar. Lo que soy yo, espero que se recupere muy pronto y nos siga ofreciendo música por tantos años como lo ha logrado Aerosmith.

Pero lo que le pasó a Cerati ha despertado nuevamente un fenómeno que trae Internet cada vez que una celebridad muere/tiene un accidente/cae en desgracia: mostramos nuestro peor lado como sociedad a la vez que buscamos mostrar nuestro mejor lado como fanático.

Cuando Michael Jackson murió el año pasado, Internet se detuvo. Literalmente. No había más nada que importara en el mundo, algo que no sé siquiera si pasó cuando el papa Juan Pablo II murió. La locura mediática, las teorías de conspiración, las dementes reacciones, todo estuvo allí. Yo no hablo demasiado de esto porque yo contribuí a esos “homenajes” (de hecho, hice dos), pero luego leí un post de Open Culture que admito me hizo sentir un poquito mal: enseguida se olvidó la lucha que los iraníes daban porque el mundo reconociera el grosero fraude que hicieron las autoridades gubernamentales, logrando que Mahmud Ahmadinejad resultara reelecto.

No es tan grave, si lo venimos a comparar, pero la situación de Cerati, que ha incluso generado una petición de vigilia para mañana en la noche, ha despertado muestras de solidaridad tales que cualquiera diría que familia de algunos de los que piensan asistir. Pero claro, Cerati es un músico de fama internacional que le ha llegado en el alma a muchos. Franklin Brito, por su parte, es un simple granjero (vamos a usar el término internacional) que lleva casi un año en huelga de hambre exigiendo que se le otorgue justicia; ¿quién ha hecho una velada por él?

(Estoy conciente que muchos dejarán de leer en este punto. Ojalá sea la minoría.)

Pueden chequear la historia de Brito en la página web que se montó para tal fin, pero para resumírselos, al hombre le decomisaron sus tierras en el estado Bolívar (al sur del país) por diversas razones. Al tratar por las vías normales que el Instituto Nacional de Tierras (el órgano encargado de administrar las tierras para producción agrícola del país) le indemnizara, Brito decidió iniciar su huelga de hambre en julio de 2009 en Caracas.

En diciembre, Internet y los medios hicieron suficiente ruido como para que el INTI finalmente le prestara atención y le entregara los documentos que complacían su petición, lo que hizo que Brito levantara su huelga. Pero bien sea por orgullo, por considerarlo limosna y no justicia, o porque después el presidente del INTI y la presidenta de la Asamblea Nacional hicieron unas declaraciones que podrían hacer pensar que lo hicieron sólo para callarle la boca, Brito tres días después decidió resumirla.

Una semana después, un grupo de bomberos, policías y miembros de la Guardia Nacional llegaron a la sede de la OEA donde Brito hacía su huelga, y en la propia operación “comando”, llevaron a Brito a la fuerza al Hospital Militar, donde empezó a rodar la versión de su inestabilidad mental (empezando por declaraciones de representantes del Gobierno). Desde hace 76 días, Brito ha rehusado atención médica, ha recrudecido su huelga de hambre, y está negado a levantarla hasta que le hagan caso… o muera.

¿Llegaron hasta aquí? Muchas gracias. No era mi intención deprimirlos ni molestarlos. Quizá son de los que me echarán a un lado como alguien que no quiere que se disfrute de un concierto o quiere estar siempre pendiente de lo peor que sucede en la sociedad “porque esa es la realidad”. (Respuesta: sí, sobre todo yo, seguuuro…) O son, para citar una frase de Hotel Rwanda, son de los que se enteran de esta historia, dicen “Dios qué horrible…” y siguen comiendo. O son como la mayoría de mis familiares, amistades, conocidos y compatriotas: son de la cultura del “¿y qué le vamos a hacer?” O, quién sabe, son de esos que de verdad empezarán a moverse por tratar de hacer algo por el señor Brito. Mientras escuchan a todo volumen su disco de Cerati o Soda y esperan que se mejore.

Lo malo del mundo de entretenimiento —una fuente que realmente es agradable de cubrir, cuando me toca hacerlo— es que es muy fácil absorberse en ella y creer que mostrarle apoyo a una celebridad por Internet te daría una oportunidad para conocerl@. La vigilia a Cerati que se está pautando para mañana es un gesto bonito, pero, ¿la están haciendo por él, o por ustedes, para demostrar su preocupación por otro ser humano? ¿O esperan que el hombre los agradezca a todos y cada uno de ustedes por haber hecho vigilia por él? (Ojo: sé que hay varios que lo hacen por la bondad de su corazón, en serio. Simplemente porque es su forma de retribuirle a Cerati todo lo que les ha dado, aunque sea indirectamente, y creo que eso tiene su valor. Los felicito, sin ningún sarcasmo. Pero… sigan leyendo.)

Cerati está siendo intervenido por algunos de los mejores médicos de Caracas, acaba de ser operado y por lo visto saldrá bien de su asunto, aunque quién sabe cuándo podrá volver a cantar (tiene lo que se llama una afasia, lo que es dificultad para hablar). Brito, en cambio, en su decisión —y creo que es importante resaltar el carácter de voluntaria que tiene su situación; a él nadie lo obliga— de que se le haga justicia, tiene una salud que se le está deteriorando rápidamente: sufre de hipotermia, una tensión que se le baja constantemente, y de 98 kilos que pesaba cuando inició su huelga, está pesando 46 hoy en día.

Pensemos el caso más grave. Si Cerati muere, su país declarará luto durante varios días, y luego de los obligatorios (y muy merecidos) especiales en radio y televisión, veré miles de blogs y Tumblrs donde pondrán videos y mp3 y posts y textos en homenaje al hombre, corriendo para no perderse la moda, tratar de pertenecer a un colectivo, no ser ignorado; los que hagan un homenaje sincero porque su música significó algo para ellos quizá sean los más ignorados porque son más respetuosos y más apasionados pero más callados. Porque para algunos de eso se trata, de ser quien hable más duro en línea, que tengas aunque sea un minutito de fama y que algo que tú hiciste se vea.

En cambio, si Brito muere —una posibilidad mucho más real, creo yo— será noticia de un día. Morirá sólo con su familia y un abogado que lo está ayudando, quizá con el guardia que el Gobierno le ordenó, tal vez una amiga enfermera. Quizá uno que otro twittero o bloguero le haga un pequeño homenaje o mención; sólo sé de una persona ajena a su familia a quien esa muerte le dolerá en serio. Los medios cubrirán la noticia, quizá se muevan tanto como se hizo en el mundo con la muerte de Orlando Zapata Tamayo en Cuba. El Gobierno dirá que se trató de salvar su vida al hospitalizarlo y el hombre se rehusó. ¿Por qué no le hicieron más caso antes? ¿Por qué los medios no tratan de hacer al menos una mención de Brito al día, mientras aún está vivo y se puede salvar su vida? (Mientras escribo estas líneas, Brito está hablando en CNN en Español; ¿se logrará el cambio?)

Todos tienen derecho a seguir el acontecimiento que uno quiera; de hecho, en esta era de información creo que lo más sano es ser selectivo en la cantidad de noticias que queremos seguir. Creo que preocuparse por Cerati no te hace una mala persona; creo que ignorar el caso de Brito tampoco. Pero creo que mover cielo y tierra para dar una muestra de apoyo a alguien que te ha entretenido con su música e ignorar por completo a alguien que ha escogido su dignidad por encima de su salud demuestra que nosotros, como sociedad, estamos mal. Creo que atacar a quienes quisiéramos que Brito recibiera mejor atención y criticar esa vigilia a Cerati demuestra cuáles son los valores de esta sociedad (mundial). Creo que criticar la vigilia de Cerati sin hacer nada por el señor Brito –aunque sea dedicarle un espacio en tu blog, aunque sea twittear sobre él, aunque sea leer hasta aquí– es hipócrita de tu parte.

Mejórate, Cerati, que no mereces lo que te pasó (eso sí, deja de fumar de una buena vez).

Fuerza, señor Brito. Ojalá la justicia le llegue en vida.

PD: Ojalá los que asistirán a la vigilia de Cerati y tienen cierta presencia en los medios aunque sea mencionen a Brito. Si no, igual los seguiré leyendo/escuchando. Seguiré sin pensar que son malas personas… pero sí les pediría que usen ese poder mediático para otras cosas de vez en cuando. Yo los apoyaré, claro que sí.

Metallica: ¿profecía de un desastre?

¡Tú! ¡Deja de inventar mariqueras y DEJA QUE DISFRUTEN EL CONCIERTO, COÑO! Me caso el año que viene, Dios mediante. Eso quiere decir nuevos gastos, realinear las prioridades en mi vida. Eso quiere decir que ya son menos las cosas “mías” y más las cosas “nuestras”, y eso se aplica al dinero. Por eso, tomé la resolución de reducir mis gastos superfluos. Menos discos, muchos menos libros (coño, tengo demasiados por leer) y ciertamente menos conciertos. Así, no fui a KISS, ni Iron Maiden, ni Jorge Drexler. Decidí que al único concierto al que volvería a ir sería si Metallica volvía. Total, la última vez que fui fue digno de escribir aquí.

Y bueno… en noviembre me enteré que en efecto, Metallica volvería por estos lares el 12 de marzo de 2010. Me saltaré la rabia por las que pasé antes con la empresa que los trae, y lo diré de una vez: temo que será el peor día de mi vida. Aún así pienso ir, pero hay una oscura parte de mí que tiembla por ese día.

No creo que el concierto vaya a estar malo, para nada. Hace poco me enteré que además estaría viniendo Mastodon, un grupo que por lo visto es la nueva “verga de Triana” del heavy metal mundial. Únelos con algún buen grupo de aquí –que confío en que no repetirá el idiota de Gillman o siquiera el grupo Arkángel— y eso rivalizará con el Caracas Pop Festival de 2001, cuando en un mismo día vi a Candy66, Papa Roach y Korn.

Noooo, mis panas… mi temor surge al ver este video. Y este. Y este también. Y este otro que, admito, quedó muy bueno.  Más allá de la ladilla que ya me da que usen la escena de La Caída para estas burlas –creo que ya toda calidad que tenga la película quedó diluída— todos estos videos están llamando a una sola cosa: aquel que ose pagar VIP el día de Metallica va a quedar atropellado, pues no nos calamos que haya gente que sólo por pagar más los vaya a ver de cerca. El primer video hasta enlaza a un grupo en Facebook creado para rechazarlo que, pareciera, está desactivado.

¿Cuál es todo el problema? Si ven el mapa de distribución del público del sitio (el estadio de béisbol de La Rinconada), verán que las llamadas “preferenciales” están situadas en las gradas a los lados del evento, bieeen lejos de la tarima. Pero la verdadera guinda en la torta es que el área VIP –entradas que exceden los 1.000 BsF (unos 465 dólares)— ocupará todo el frente de la tarima… tapando a los que pagaron menos. Que a estas altuars, ya están agotadas, lo que quiere decir que habrán al menos 20.000 rabiosas almas pujando contra una barrera entre ellos y una banda a la que algunos (yo incluído) hemos esperado 11 años para volver a ver.

Quizá exagere, pero si ven los comentarios de los videos, la cosa realmente empieza a preocuparse. “Tumbennnn esa cercaaaaaaaa, y el quese ponga popiiii, lansenle coñasossssssss!!!!!!!!!!!!!!!! !!!!!” (sic), dice uno. “TUMBEN ESA BAINA!!!!!!!!!!!!!!!!! Xd .. yo asi sea a punto de coñazos me paso pal VIP” (sic), dice otro. “A Q LA TUMBAMOS VAMOS”, dice un tercero, meándose en el esfuerzo de chamos que considero sí pensaban en los demás, y no unos carajitos que lo que están es pensando en sí mismos y más nadie.

Quiero dejar algo perfectamente claro: con esto Evenpro envía un mensaje (que espero esté equivocado)que una vez más lo más importante para ellos no son los asistentes al concierto, sino asegurar su plata y hacer cuanto pueda para aumentar esa ganancia. Yo no critico mucho a los que pagan por ir a un área VIP en un concierto, aunque no podría estar más en desacuerdo con semejante decisión; ¿para qué estar sentado en un concierto de rock? ¿Agorafobia? ¿Demasiada comodidad? Bueno, esa es su decisión. Pero Evenpro está cometiendo el acto de capitalismo salvaje más grande que no sólo le está ofreciendo esa comodidad a los que pagan más –le está robando un poco a los que quizá no PUEDEN pagar más. ¿Y es que creen que no va a haber frustraciones?

Pero lo que están proponiendo hacer los que subieron los videos está, sencillamente, mal. Es violento, es anárquico, es drenar la frustración del lado equivocado, y estoy seguro es, aunque piensen lo contrario, producto de pura envidia. ¿Quiénes son ustedes para decidir cuánto se debe pagar para un concierto? ¿Qué sabes tú si a lo mejor uno de los chamos que está allí tiene todos estos meses ahorrando para estar allí? ¿O que a lo mejor toda su familia hizo un esfuerzo para mandarlo para allá? ¿O qué coño saben ustedes cómo llegaron esos chamos ahí? ¿Sólo porque pagaron más los van a castigar a ellos?

Y otra cosa: ¿cómo creen que van a reaccionar las bandas? Con Mastodon no estoy tan preocupado, aunque la verdad a lo mejor sí tienen una base de fans rabiosa y fiel aquí, son lo suficientemente buenos. Pero cuando Metallica vea que hay gente presionando contra la baranda, broncas contra los agentes de seguridad, ¿creen que van a gritar “OPEN THAT SHIT, DAMMIT!!!”? No sé, no puedo saberlo, pero es muy probable que paren el show. Que hagan un par de llamados a la calma. Que tenga que haber negociaciones con los organizadores (los únicos culpables de todo este peo). Y hay una remota posibilidad que nunca debemos descartar que suspendan el concierto. 11 años botados a la mierda. Y a ti que esta´s leyendo esto y pensaste “No joda, ¡quemo esa vaina si me suspenden el concierto!”, déjame explicarte qué vas a lograr:

  • Tanto que te quejas que lo único que traen a esta vaina es Olga Tañón, los Jonas Brothers, High School Musical y Tito El Bambino, y ayudarás a garantizar que lo único que traigan a esta vaina sea Olga Tañón, los Jonas Brothers, High School Musical y Tito El Bambino. Porque esos conciertos se llenan de gente, hay un mínimo de problemas de seguridad, y son relativamente baratos de traer (Jonas Brothers exceptuados, estoy seguro). Si el concierto de Metallica es un fracaso, ¿cuántas ganas quedarían de invertir todos los millones de nuevo, sis aben que va a haber bronca?
  • Vas a dejar a todos los fanáticos de Venezuela muy, muy mal con la banda, un grupo que, recuerda, tiene 11 años que no viene y se fue con una excelente impresión la última vez, pues ese concierto fue todo un éxito. Si ven que ahora medio destruyen el escenario y ponen en riesgo la propia vida suya, ¿cuántas ganas les quedará de querer volver a este rincón del mundo? (Claro, suponiendo que en efecto se entere, como ya verás.)
  • Hay una muy seria probabilidad que contribuyas a matar a alguien. Uno de los más tristes incidentes en la historia del rock fue en 1979, en el Coliseo de Riverfront, en Cincinatti, Ohio, Estados Unidos. The Who (ahora famosos porque sus canciones arrancan cada una de las versiones de CSI) estaba en su primera gira norteamericana desde que su baterista Keith Moon falleciera por una sobredosis. Fue tal la emoción de verlos de cerca que todo el público general –sí, los que pagaron menos— corrieron al escenario y aplastaron a 11 personas hasta que murieron. Entre las víctimas, dos niñas de 15 años. Porque, insólito, chicos: ¿saben lo que pasa cuando 20.000 personas empujan contra una barrera sólida? No se cae, muchachos, al menos no al principio. Impide que los que están mas pegados a ella respiren. Les podría romper una costilla. The Who, además, no se enteró de la tragedia sino después de terminada la función. Es muy probable que Metallica tampoco, si (Dios no quiera) sucede lo mismo. Pero sabiendo que eso pasó, ¿a quién le va a quedar ganas de organizar un concierto así alguna vez? ¿Y si al Gobierno no le da la gana de dar el permiso?

Evenpro es la gran culpable aquí, con esa distribución de asientos. Qué importa que sea la distribución parecida a la que hay en conciertos en Estados Unidos; aquí la inmensa mayoría compra general y no justifica un VIP que bloquee el disfrute de la música. Pero la forma de hacer a Evenpro saber que metió la pata no es matar todas las posibilidades que un evento así se repita. No es poniendo la vida en riesgo. Es actuar con inteligencia, no con violencia. O si no estamos todos bastante jodidos-

Por favor, traten de distribuir esto lo más que puedan, A VER si llega a oídos de Evenpro y  A VER si pueden hacer algo al respecto. Si no, bueno, espero verlos el 12 de marzo, disfrutar de un conciertazo, y equivocarme de todo lo que he dicho hasta ahora.

Si no… God help us all.

Einstein tenía razón

Albert Einstein dijo unas cuantas perlas en su vida, para demostrar que era la mente más brillante del siglo XX. Bien, el martes tuve pruebas de que una de sus máximas era oh tan cierta, Señor… Y no, no me refiero a E=mc². Me refiero a esta:

“Hay dos cosas infinitas en esta mundo: el Universo y la estupidez humana. Y no estoy tan seguro sobre el Universo”.

Querámoslo o no, la burocracia existe en el mundo por una razón, pues ayuda a mantener el orden de una forma u otra. Pero por amor a Cristo, eso no da excusa para agarrar el sentido común y golpearlo hasta matarlo.

Mi padre tenía su carro en el taller y tenía que llegar a la Universidad Metropolitana para corregir unos exámenes (mi padre es profesor de la escuela de Ingeniería de dicha casa de estudios). De modo que me toca llevarlo, con gusto. Para los que no lo sepan, yo vivo en la zona sureste de la ciudad, y la Unimet queda en el este, de modo que ya sin cola es un trayecto de más o menos media hora, quizá un poco menos, sin cola. Esto era a las 7:30 de la mañana, hora pico. Cuando llegamos a la universidad, eran las 8:20.

Hay una redoma por la cual me debo devolver para dejar a mi viejo. Y cuando me dispongo a hacerlo —está por la vía que usamos para llegar allá— un vigilante nos detiene y dice, en ese extraño español que usan los vigilantes venezolanos, que si queremos pasar “tiene que mojtrarme el calnecito”. Bien, mi papá lo muestra, no big deal. Lo dejo, y procedo a devolverme por donde entré. Y para mi gran sorpresa, el otro vigilante me dice que no puedo salir por ahí. Que me tengo que devolver por la muy empinada subida para salir por la OTRA salida.”Ej que eta salía ya no está cobrando a esta hora, señó, tiene que salí po la otra”, me dice. “’¡Pero si no estuve ni cinco minutos, no tengo que pagarte!”, le clamo desesperado. “Lo siento señó, se tiene que devolv{e, me discurpa”, dice. Me sigue diciendo alguna estupidez, pero mi irritación no me permite escucharlo. Me devuelvo, con mucho esfuerzo (¿han tratado de retroceder en una subida en un sincrónico?), atravieso la universidad de marras, salgo por la otra taquilla, y procedo a calarme un recorrido de treinta segundos en diez minutos por la cola para agarrar la vía que me interesa.

Llego a Plaza las Américas, un centro comercial al sureste de la ciudad (sí, está como a quince minutos de mi casa, sin cola. Pero tengan en cuenta, “sin cola” aplica sólo después de las 9:30 de la noche en la semana y los domingos en la mañana. Es decir, utopía). Tengo un par de diligencias que hacer en el correo y en un par de bancos. Plaza es un centro comercial único pues está dividido en dos partes: una vieja que ha estado casi sin cambiar desde los ’70, y una nueva construida en el estacionamiento de la vieja a mediados/finales de los ’90. Son las 9:45 am.

Entro al estacionamiento de la zona nueva, tercer nivel. Mis objetivos están en la zona vieja, planta baja. Paro el carro, al lado de la puerta. Cosa rarísima, ¡qué bueno! Claro, el hecho que la puerta a acceso al centro comercial esté cerrada, pues… Le pregunto a un tipo que anda por ahí parado que qué pasó, y me dijo que abrían a las 10. Pana, ¿y tienen que cerrarlo desde el estacionamiento también? Lo cumbre: mi vejiga comienza a pedirme atención.

Bueno tampoco hay rollo. Hay baños en la zona vieja, cuál es el r—

Coño, los están remodelando. SHEEEEET…

Haciendo el clásico baile del que está urgido, voy a donde están los vigilantes. Que tienen acordonada el área a la parte nueva, por cierto. Claro, si el centro comercial no abre a las 10, ¿para qué van a estar deambulando por ahí? Le pregunto al señor vigilante, ya que los baños en la zona vieja están cerrados por remodelación, y estos están cerrados por ahora, si pudiera decirme dónde hay otros baños en el gran centro comercial.

“Lo siento amigo, el único que funciona es el que está en el restaurant allá abajo”, me dice. (Sí, este hablaba el español “normal”.) Ah claro: iré al restaurant, no compraré nada, pero usaré el baño. El sueño de todo ciudadano. Sea pendejo, me aguanto como un hombre. Me voy a pagar el correo.

Pago. Son las diez. Ya no puedo pensar en otra cosa:

aycoñomememeoaycoñomemeoaycoñomemeoaycoñomemeoaycoñomemeoaycoñomemeoaycoñomemeoaycoñomemeoaycoñomemeoaycoñomemeoaycoñomemeoaycoñomemeoaycoñomemeoaycoñomemeoaycoñomemeo… aaaaaaaaah….

Bien, superada la emergencia, voy al banco. Quiero averiguar en cuánto me quedarían las cuotas si aplico un préstamo por política habitacional. Ey, tengo 37 años, no quiero vivir con los viejos toda la vida. Bien, espero mi turno.

“Buenos días señor”, le digo al ejecutivo con cara de obstinado. Sí, ya a las diez y pico de la mañana. “Quisiera averiguar requisitos para aplicar la ley de política habitacional”.

“Lo siento amigo”, me dice. Y ya con eso, pierdo mi fe en la humanidad. “Esos datos sólo se están dando en la sede principal”.

Este… ¿cómo?

“Perdón, pero, todavía para consignar los documentos, pero… ¿nada más para pedir la información tengo que ir a la sede principal (que queda en el centro de la ciudad)?”

“Sí señor”.

Respiro profundo. Coño de su madre. Respiro profundo otra vez. Este tipo no tiene la culpa. Respiro profundo una vez más. Y hablo. “¿No hay nada que me pueda decir ahora?”

Me dio la información generalizada —se da hasta un 70% del precio del inmueble, 30 años para pagar, esas cosas—, y me dijo que estaban revisando esa información, y que era por eso que no se daba la información en las sedes. Bue, ni modo.

Pana, es en estos casos en que yo me tengo que preguntar: ¿la burocracia se hizo para facilitarle la vida al público, o a los que trabajan en estos sitios? Mano, en efecto, a veces pareciera que la estupidez humana no tuviera límites.