La solidaridad y otras debacles

Quítale al ser humano lo más básico, y observa cuánto tarda en revertir a un estado tan parecido al animal, que uno de verdad se pregunta qué tan lejos estamos del simio, o quizá alguna otra especie menos parecida a nosotros. Porque luego de varios años viendo documentales de animales en televisión, les puedo decir que aún en ciertas especies que podríamos considerar inferiores existen cosas como compasión y solidaridad.

Esta mañana veía un episodio de la serie documental Blue Planet II, de la BBC, narrado por el naturalista David Attenborough, el primer episodio de los cuales cierra con una grave advertencia del estado en que está el Ártico. Se ha perdido 40% del hielo en el Polo Norte en los últimos años, y eso significa un alza en los niveles del mar. Para los animales que dependen del hielo para sobrevivir, eso también es un reto.

El equipo de Attenborough se enfoca esta vez en un grupo de morsas cerca de las costas de Canadá. Las hembras necesitan espacios para que sus jóvenes crías puedan descansar luego de mucho nadar, y una playa de tierra firme no es el mejor sitio; aunque las morsas son sociables, son hurañas como viejos cascarrabias, y están constantemente empujándose y golpeándose con los colmillos. Considerando además que cada adulto pesa más de una tonelada, y las crías escasos ochenta kilos, no es el mejor sitio para una guardería.

De modo que las morsas deben salir al hielo para que las crías descansen, ya que no tienen la fuerza para mantenerse a flote mucho tiempo, amén del peligro que representan los tiburones y las orcas. De hecho, hay una escena particularmente tierna de una hembra que sostiene con sus aletas delanteras a su cría como una madre humana sosteniendo a su bebé para que no se hundiera. El problema es que hay cada vez menos trozos de hielo que puedan sostener a la madre y al cachorro, y los que hay están fuertemente ocupados por hembras que tuvieron la idea primero.

En su desespero, una hembra se monta a empujones sobre un bloque de hielo en particular, lo que causa una conmoción entre las que ya estaban ocupando el sitio, a tal extremo que el hielo se desbarata y todo el mundo vuelve al mar. Como narra Attenborough, aquí todo el mundo perdió; es hora de volver todo el mundo a nadar para tratar de encontrar refugio, o las crías se cansarán hasta ahogarse.

Los paralelismos que vi esta semana en Venezuela con esta situación fueron muy chocantes.

A menos que haya estado usted alejado de Twitter este mes, o no lo tenga, o no conozca a nadie que esté en Twitter, estoy seguro que vieron este tuit.


https://platform.twitter.com/widgets.js

Para quien me lee de afuera y aún no sepa la situación, en Venezuela hay una enorme escasez de alimentos. El Gobierno dejó de publicar las cifras oficiales de escasez cuando esta alcanzó 28%, a mediados de 2017. Súmese a eso una inflación que ya se estima llegará a –¿listos para esto?– cuatro millones por ciento para el cierre del año. 4.300.000%, para ser exactos. Entonces, además que hay poco para comprar, el dinero que se tiene –ahora llamado «bolívar soberano»— básicamente no sirve para nada.

Añado que la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) es la mayor universidad privada de Venezuela, y un semestre allí de Comunicación Social, por ejemplo, es bastante costoso. Lo sé de primera mano porque es mi alma mater, donde me gradué de periodista en 2008 con mucho esfuerzo y orgullo. Que el sueldo que se les pague a los profesores no alcance ni siquiera en una universidad privada no debería sorprender a nadie; en una reunión de las federaciones nacionales de profesores universitarios llevada a cabo en junio, pidieron que su sueldo se ajuste a por lo menos «tres o cuatro veces lo que gana un militar».

El gesto de los alumnos con su profesor me conmovió hasta los tuétanos, al igual que mucha gente que compartió el tuit. A otros… bueno, no tanto.

https://platform.twitter.com/widgets.js

Gisela Kozak es una escritora conocida en el país. Es articulista, ensayista y narradora; uno de sus cuentos, «Casa de Ciudad», está en la antología De Qué Va El Cuento, el libro que leí en el avión camino a mi nueva vida. La conocí y conversé brevemente con ella cuando hice mi diplomado de escritura creativa en 2014. Fue también profesora en la mayor universidad de Venezuela, la Universidad Central de Venezuela (UCV, pública) durante 25 años. Es de esas personas que tiene cero filtro a la hora de expresarse, como bien lo demostró aquí.

Como era de imaginarse y como pueden ver por las estadísticas del tuit, miles de personas rechazaron su posición; no ayudó que otro profesor y escritor, Erick del Búfalo, quien se ha hecho famoso en Twitter por ser de los voceros de la oposición más radical del Gobierno, la apoyó con este tuit.

https://platform.twitter.com/widgets.js

(La CLAP, para los de afuera, es una caja con productos básicos distribuidas por el Gobierno, fuertemente criticado por su paralelismo con la libreta de racionamiento cubana.)

Entre comparar el gesto con una limosna y una caja CLAP, la virulencia se salió de control. Hasta salieron ex alumnos de Kozak, afirmando que nadie haría por ella lo que los alumnos de la UCAB hicieron por su profesor, considerando el que aparentemente era su estilo de enseñar.

https://platform.twitter.com/widgets.js

Fue tal la furia desatada que a los dos días Kozak decidió que se alejaría de Twitter por tiempo indefinido.

Por supuesto que aquí hay muchísima tela que cortar, pero antes les comparto parte un artículo que escribí en Medium hace algún tiempo, donde destaqué algo que sigo creyendo con firmeza: la dicotomía que significa ser venezolano en esta situación tan polarizada de sectas, beatas, escuálidos y tierrúos:

Tal vez la mejor manera de describir a los que llevamos esa nacionalidad, orgullosos o no, es hacerlo por contrastes. Nosotros somos nobles y dicharacheros, pero también vivos y amargados. Creemos en el trabajo fuerte, somos emprendedores, pero nos encanta un día libre y un atajo. Somos solidarios pero individualistas. Somos simpáticos pero arrogantes; amorosos pero desconfiados. No creemos en nadie, pero insistimos en que crean en nosotros. ¿Qué rayos somos?

En esta situación, pensemos en una pura y dura verdad: Nadie jamás esperó que el mundo llevara a los venezolanos por donde nos ha llevado. Nadie nunca supo que las historias que escuchábamos de gente que huía desesperada de Cuba en balsas improvisadas algún día hablaría de nosotros mismos. Nadie nunca pensó que la caravana de gente huyendo de la violencia de los países centroamericanos que tanto acojona a Donald Trump podría tener un precedente de miles de venezolanos caminando hacia Colombia, Ecuador, Perú, Chile y Argentina. Y menos íbamos a pensar que, luego de ver miles de reportajes sobre refugiados de Medio Oriente, en especial de Siria, la situación de venezolanos llegaría a tal nivel que hasta ACNUR designó a la actriz Angelina Jolie como enviada especial para constatar su situación.

Entonces hay demasiadas situaciones ante las que reaccionamos mal, pues hay palabras que son absolutos desencadenantes. «Limosna» sigue siendo algo que nadie quiere recibir, pues nadie quiere estar en una posición que no pueda sustentarse por sí mismo. Y que el Gobierno nos haya llevado a esa situación nos debe dar una profunda rab– no, ARRECHERA. En ese aspecto estoy muy de acuerdo con Kozak, y sí pienso que debe ser muy duro para ese profesor haber aceptado esa ayuda de sus alumnos.

Con lo que no estoy de acuerdo para nada es que se haya rechazado lo que sí parece haber sido un acto desinteresado por parte de sus alumnos en ayudar a un profesor que sin duda les ha inculcado valores, que se ha merecido ese gesto para con ellos (donde además se ha respetado por completo su privacidad y por lo tanto su dignidad). A tal punto que le rebato a una muy querida amiga su crítica al hecho: que han puesto al profesor en un dilema ético. ¿Cómo va a poder evaluar a sus alumnos de manera objetiva luego de haberles dado semejante ayuda? E igualmente, ¿por qué publicarlo en Twitter? ¿Por qué «vanagloriarse»?

Si esta fuera la posición generalizada, lamento profundamente la situación futura del país (más de lo que ya lo hago). Entonces todo alumno que le dejaba la proverbial manzana a la maestra siempre pasó, supongo. Yo di clases de inglés durante cinco años, y tengo alumnos que hasta cervezas me brindaron, e igualito rasparon. Porque siempre les dije claramente que una cosa era cuando saliéramos del salón y otra dentro de él, que yo recompensaría sus esfuerzos, no la jalada de bolas que me echaran. No puedo esperar menos de un profesor universitario, con la responsabilidad de formar una nueva generación de profesionales.

¿Y por qué subirlo en redes? ¿Por qué no? Si hay algo que hace falta en estos momentos, además de organizarse para terminar de salir de la catástrofe que nos ha llevado veinte años de chavismo, es demostrar que los buenos siguen siendo más. Que hay gente que aún se sigue preocupando por el bienestar del prójimo, que no se ha perdido del todo el sentimiento de apoyar al que le falta más. Quiero suponer que Amapola no quería vanagloriarse del hecho ni mucho menos; sólo buscaba demostrar que se puede hacer el bien aún en las más duras condiciones.

Muchos lamentan que Venezuela tardará años en salir de la situación que se encuentra, aún cuando la economía mejore, ya que el chavismo ha dejado resentimientos y malos comportamientos que quién sabe cuántas generaciones tardarán en purgar. Es por eso que no podemos dejar que acciones como la de los estudiantes de la UCAB sean desmerecidas, sino más bien aplaudidas. ¿Que Kozak tenía razón de criticar la situación? Sin duda. ¿Que no se le debió hacer escrache digital como se le hizo? Tampoco, aunque confieso que a mí personalmente me dio una furia increíble. Pero no debió quitarse el mérito a algo tan necesario como la solidaridad a otro venezolano.


Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.