La lista queda

Sabrán disculparme, amigos, si se sienten un poco engañados por el título y lo que están a punto de leer. Pero lo que he visto hoy me impulsó a escribir este post. Parece que ahora necesito grandes acontecimientos para escribir por aquí… Pero bueno.

Hoy murió, a dos semanas de cumplir los 42 años de edad (recién cumplidos, igual que nuestro Presidente) el diputado Luis Tascón, luego de cuatro meses padeciendo un muy agresivo cáncer de colon. Fue un shock para mí ver a la presidenta de la Asamblea Nacional, Cilia Flores, una mujer que a pesar de la inmensa arrechera que le tengo hay que admirarle la facilidad para decir las cosas sin reírse, perder la compostura por completo cuando interrumpió una discusión en el hemiciclo y a dura penas pudo anunciar el fallecimiento de Tascón y pedir un minuto de silencio por su partida. Incluso se tuvo que retirar de su puesto. Si todo era teatro para demostrar que a pesar de todo era humana, lo desconozco. En especial considerando lo mal que lo trató un par de veces en el Parlamento y fuera de él. Pero igual me dejó pensando.

Y en esta época, sabes que Internet va a ebullir de comentarios. Algunos buenos, algunos malos, otros muy malos. La muerte de este señor ha despertado cada sentimiento negativo que hay en la sociedad. Si hacen una búsqueda en Twitter –como yo hice—se darán cuenta que el amigo era… bueno, amigo de muy pocos en Twitter. Desde un «qué bueno», pasando por un «uno menos» hasta uno que propuso que exhumaran su cadáver para bailar un joropo sobre sus cenizas. Ni se diga el que propuso en cierta página que no voy a mencionar que se hiciera una «fumigación de ratas al resto del chavismo» para que siguieran su camino. Y ni estoy hablando de la que pidió que le respetaran su libertad de expresión por alegrarse de la muerte del diputado, y que no se molestaran en decirle que Dios la castigaría porque ella era atea. (Te lo respeto amiga, pero no esperes que lo comparta.) Incluso, mientras escribo esto en mi cuarto, escucho a mi vecino de arriba decirlo claro y raspa’o: «Qué bueno que se murió Luis Tascón».

Ahora, sería muy, muy ingenuo si dijera que Tascón no se buscó esta clase de odio él mismo. O al menos, se prestó para recibirlo sin quizá saber lo que se le iba a venir. O de tan ciega obediencia que no le importó. Para los que no lo sepan, bien sea porque me leen del exterior o porque han vivido en una cueva estos últimos años, y no quieren leer Wikipedia, este es el cuento, que pueden saltarse si ya se lo saben.

En 2004, cuando el presidente Hugo Chávez cumplió la mitad de su primer mandato, un referéndum revocatorio para sacarlo del poder constitucionalmente. La forma de activarlo era recoger «un número no menor del veinte por ciento (20%) de los electores o electoras inscritos en la correspondiente circunscripción podrá solicitar la convocatoria de un referendo para revocar su mandato. Cuando igual o mayor número de electores y electoras que eligieron al funcionario o funcionaria hubieren votado a favor de la revocatoria, siempre que haya concurrido al referendo un número de electores y electoras igual o superior al veinticinco por ciento (25%) de los electores y electoras inscritos, se considerará revocado su mandato y se procederá de inmediato a cubrir la falta absoluta conforme a lo dispuesto en esta Constitución y la ley», según el artículo 72 de nuestra Constitución. Casi cuatro millones de firmas se recolectaron, aunque al final se validaron 2,4 millones de ellas. Chávez igualmente ganó ese referéndum con casi 60% de los votos, pero los verdaderos problemas empezaron después.

Para demostrar un supuesto fraude de la oposición, Tascón fue comisionado por el Presidente a obtener esas firmas. Supuestamente, el diputado había comprado la lista a un miembro de la ONG Súmate, quien había ayudado a organizar la recolecta de firmas, pero por declaraciones dadas que había dado en días anteriores, la versión actual es que el hombre pudo pasar cuatro días fotocopiando las planillas con el permiso expreso de los rectores del Consejo Nacional Electoral. Por si fuera poco, Tascón subió esa data a su página web –y la lista se hizo pública. Sumado a un despido masivo de trabajadores de Petróleos de Venezuela en 2002, ahora empezaron a ser despedidos empleados de ministerios, contratistas y demás empleados directos o indirectos del Gobierno. Se empezaron a negar préstamos, detener asistencias, incluso a negar servicios médicos, como lo contó la periodista Mari Montes en su Twitter. Mucha gente debió abandonar el país, los que pudieron; otros cayeron en una profunda depresión, incluso el suicidio. Esta situación duró hasta abril de 2005, cuando el propio presidente Chávez ordenó que se «enterrara» la ahora llamada lista Tascón. No se ha cumplido al 100%, por lo que he escuchado, pero fue suficiente para que Tascón subiera el ranking de los más odiados del chavismo.

Claro, el chavismo no fue que lo trató muy bien. En 2007, el compadre de Chávez, su ex ministro de la Defensa, Raúl Isaías Baduel, criticó el proyecto de reforma constitucional que se iba a dar ese año, que luego no fue aprobado, y Tascón, en medio de voces que llamaban a la cabeza del general, indicó que sus declaraciones revelaba una división dentro del chavismo. ¿Osaste defender a un traidor?, bramó el aún por constituirse Partido Socialista Unido de Venezuela, el nuevo partido que agruparía a todas las facciones que apoyaban al Presidente. Por ello, Tascón se convirtió en el primer expulsado de un partido que aún no existía. De alguna forma, Tascón logra que lo perdonen, y sigue haciendo su trabajo dentro del Gobierno, hasta febrero de 2008, cuando Tascón tiene el tupé de denunciar al presidente del órgano recolector de impuestos, el Seniat, José David Cabello, de corrupción –y da la casualidad que el hermano de Cabello, Diosdado, es uno de los ministros más importantes del chavismo (bueno, lo era). Resultado: Tascón es expulsado del PSUV, de nuevo, y esta vez hasta el propio Diosdado lo llamó «agente del imperio«. Auch.

Aquí termina el cuento. Dado ese panorama, creo que hay que admirar los cojones que Tascón tuvo para lanzarse a alcalde del municipio Libertador (el más grande de Caracas) con un partido que él mismo fundó, Nuevo Camino Revolucionario. Por supuesto, sólo obtuvo 0,37% de los votos. Pero el hombre siguió insistiendo con sus denuncias, ahora como supuesto crítico del chavismo duro, pregonando ética y moral revolucionaria. Mientras que ya hasta se cree que el propio José Gregorio Hernández no ha sido santificado porque firmó.

¿Motivos suficientes para agarrarle hasta treinta arrecheras? Pero por supuesto. ¿Motivos para alegrarse por su muerte? POR SUPUESTO QUE NO, CARAJO.

En primer lugar, Tascón tenía una esposa, una hija y una madre aún viva. Como si fuera poco el odio que se debieron calar mientras estaba en vida, y los cuatro meses de agonía que debió superar, ahora deben leer todos los insultos y desahogos de la gente que decide aprovechar para sacar lo peorcito que tiene. ¿Qué esperan? ¿Lograr tres muertes más? ¿O creen que ellas son también culpables de lo que Tascón haya hecho o dejado que pasara? ¿Y cómo se sentirían ustedes si ven a su padre, esposo, hijo, madre, esposa o hija, recientemente muerto, insultado por gente que ni lo conoció?

En segundo lugar, ¿qué están ganando con eso? «El desahogo», me diría uno de los menos virulentos, como me dijo una vez que critiqué una pita que le hicieron a la modelo Anarella Bono cuando fue jurado en el Miss Venezuela 2007, por sus preferencias políticas. «Botellazos por la cabeza, persecuciones, lista Tascón, periodistas presos, ¿versus una pitada? No joda, me canso», me dijo. Porque es cierto, el Gobierno nos ha llevado a todos a un estado de casi permanente confrontación, y la lista Tascón es muestra de ello. Si no piensas como yo, estás en contra de mí, y debes ser barrido. O estás conmigo o no. Y el Presidente ha repetido esta frase o su equivalente una y otra vez. Es muy, muy difícil evitar caer en este círculo de confrontación, y de hecho ya vimos antes cómo, durante la breve salida del poder de Chávez en 2002, a su entonces ministro del Interior, Ramón Rodríguez Chacín (de quien se rumoró podría seguir el camino de Tascón, antes de aparecer en público recientemente) se le detuvo en la urbanización Santa Fe, y una turba enardecida lo golpeó fuertemente. Para nada, pues seis años después el hombre volvió a su cargo, aunque sea brevemente, y para ayudar a traer rehenes de las FARC de Colombia de vuelta a casa.

Eso me trae al meollo del asunto, y disculpen si me extendí. Algún día, Chávez se irá del poder. Y yo confío en que será por votos. Es más, será por votos. Quizás hasta en el propio 2012, cuando son las próximas elecciones presidenciales. Se montará entonces alguien de oposición, quién sabe quién. ¿Y entonces? ¿Saldremos con un bate a buscar al ministro del Interior actual, Tareck El-Aissami? ¿Habrá alguien que corra a arrancarle los pelos a la diputada Iris Varela, amiga de Tascón? ¿Ningún chavista podrá trabajar para e Gobierno? ¿Quiere decir que le tendría que decir a mis familiares que apoyan al Gobierno «quién te mandó»? Entonces, ¿pretendemos mejorar a Venezuela, o a dejarla igual, si no peor?

Nadie merece morir. Punto. Eso lo decide Dios o como decidan ustedes creerlo, si son ateos. Si el cáncer es un castigo divino, entonces mi padre algo nos ha ocultado, porque él lidió con el cáncer hace unos años atrás (y se curó). Un error común del Gobierno es pensar que Chávez estará en la presidencia para siempre; un error común y aún más peligroso de los que le oponen es pensar que, al irse Chávez, se acabó el chavismo. Chávez ha creado demasiado fanatismo, demasiada lealtad entre muchos de sus seguidores, como para pensar que el día que Chávez no sea presidente van a dejar de tener peso en el país. ¿Qué creen, que se irán todos a Cuba? ¿O están esperando una guerra civil? Si me pongo a ver los comentarios en Twitter, hay más de uno que se ve muy valiente detrás de un teclado. ¿Es así como queremos a Venezuela? Basié. Yo no. La lista Tascón no sé si haya sido enterrada, pero la lista que es su contraria, la que cada opositor radical tiene en su cabeza, que tiene los nombres de cuanto chavista quisiera ver caer cuando no sean gobierno, está vivita y coleando.

Sinceramente, la muerte de Luis Tascón ni me alegró, como no le alegró a la propia Mari Montes, ni me entristeció. Lo que sí me entristeció fue ver la cara de la Venezuela que ciertamente ayudó a crear y dejó al descubierto con su muerte. Espero que haya algo que aún se pueda rescatar de ella. Descansa en paz, Luis. Que Dios se apiade de tu alma. Y le dé paz a los que te extrañarán.

Sinceridad en Internet (tarea)

Quiero que vean este video en la tranquilidad de su casa, pantalla completa, y luego hablamos.

Este es el trabajo de dos años de un estudiante de cine llamado Alex Roman, titulado The Third & The Seventh, así llamado porque utiliza los conceptos del filósofo Georg Hegl y el teórico de cine Ricciotto Canudo para mezclar el tercer y séptimo arte (arquitectura y cine) en un solo cortometraje que yo describiría como un cuadro en movimiento si he visto alguno en mi vida.

Seguir leyendo «Sinceridad en Internet (tarea)»

Gustavo y Franklin

Soda Stereo es lo mejor que ha salido de Argentina desde Valeria Mazza y Julio Cortázar. Es EL grupo de rock en español, algo de lo que me di cuenta lamentablemente después que se disolvieron, claro. No he seguido la carrera como solista de su líder, Gustavo Cerati, pero no hay forma que no acepte su talento tanto para interpretar como para componer. En estos momentos, Cerati está siendo tratado en un centro clínico aquí en Caracas, luego que sufriera un accidente isquémico transitorio (algo que puede generar en un ACV completo) después de un concierto que ofreciera el sábado en la Universidad Simón Bolívar. Lo que soy yo, espero que se recupere muy pronto y nos siga ofreciendo música por tantos años como lo ha logrado Aerosmith.

Pero lo que le pasó a Cerati ha despertado nuevamente un fenómeno que trae Internet cada vez que una celebridad muere/tiene un accidente/cae en desgracia: mostramos nuestro peor lado como sociedad a la vez que buscamos mostrar nuestro mejor lado como fanático.

Cuando Michael Jackson murió el año pasado, Internet se detuvo. Literalmente. No había más nada que importara en el mundo, algo que no sé siquiera si pasó cuando el papa Juan Pablo II murió. La locura mediática, las teorías de conspiración, las dementes reacciones, todo estuvo allí. Yo no hablo demasiado de esto porque yo contribuí a esos “homenajes” (de hecho, hice dos), pero luego leí un post de Open Culture que admito me hizo sentir un poquito mal: enseguida se olvidó la lucha que los iraníes daban porque el mundo reconociera el grosero fraude que hicieron las autoridades gubernamentales, logrando que Mahmud Ahmadinejad resultara reelecto.

No es tan grave, si lo venimos a comparar, pero la situación de Cerati, que ha incluso generado una petición de vigilia para mañana en la noche, ha despertado muestras de solidaridad tales que cualquiera diría que familia de algunos de los que piensan asistir. Pero claro, Cerati es un músico de fama internacional que le ha llegado en el alma a muchos. Franklin Brito, por su parte, es un simple granjero (vamos a usar el término internacional) que lleva casi un año en huelga de hambre exigiendo que se le otorgue justicia; ¿quién ha hecho una velada por él?

(Estoy conciente que muchos dejarán de leer en este punto. Ojalá sea la minoría.)

Pueden chequear la historia de Brito en la página web que se montó para tal fin, pero para resumírselos, al hombre le decomisaron sus tierras en el estado Bolívar (al sur del país) por diversas razones. Al tratar por las vías normales que el Instituto Nacional de Tierras (el órgano encargado de administrar las tierras para producción agrícola del país) le indemnizara, Brito decidió iniciar su huelga de hambre en julio de 2009 en Caracas.

En diciembre, Internet y los medios hicieron suficiente ruido como para que el INTI finalmente le prestara atención y le entregara los documentos que complacían su petición, lo que hizo que Brito levantara su huelga. Pero bien sea por orgullo, por considerarlo limosna y no justicia, o porque después el presidente del INTI y la presidenta de la Asamblea Nacional hicieron unas declaraciones que podrían hacer pensar que lo hicieron sólo para callarle la boca, Brito tres días después decidió resumirla.

Una semana después, un grupo de bomberos, policías y miembros de la Guardia Nacional llegaron a la sede de la OEA donde Brito hacía su huelga, y en la propia operación “comando”, llevaron a Brito a la fuerza al Hospital Militar, donde empezó a rodar la versión de su inestabilidad mental (empezando por declaraciones de representantes del Gobierno). Desde hace 76 días, Brito ha rehusado atención médica, ha recrudecido su huelga de hambre, y está negado a levantarla hasta que le hagan caso… o muera.

¿Llegaron hasta aquí? Muchas gracias. No era mi intención deprimirlos ni molestarlos. Quizá son de los que me echarán a un lado como alguien que no quiere que se disfrute de un concierto o quiere estar siempre pendiente de lo peor que sucede en la sociedad “porque esa es la realidad”. (Respuesta: sí, sobre todo yo, seguuuro…) O son, para citar una frase de Hotel Rwanda, son de los que se enteran de esta historia, dicen “Dios qué horrible…” y siguen comiendo. O son como la mayoría de mis familiares, amistades, conocidos y compatriotas: son de la cultura del “¿y qué le vamos a hacer?” O, quién sabe, son de esos que de verdad empezarán a moverse por tratar de hacer algo por el señor Brito. Mientras escuchan a todo volumen su disco de Cerati o Soda y esperan que se mejore.

Lo malo del mundo de entretenimiento —una fuente que realmente es agradable de cubrir, cuando me toca hacerlo— es que es muy fácil absorberse en ella y creer que mostrarle apoyo a una celebridad por Internet te daría una oportunidad para conocerl@. La vigilia a Cerati que se está pautando para mañana es un gesto bonito, pero, ¿la están haciendo por él, o por ustedes, para demostrar su preocupación por otro ser humano? ¿O esperan que el hombre los agradezca a todos y cada uno de ustedes por haber hecho vigilia por él? (Ojo: sé que hay varios que lo hacen por la bondad de su corazón, en serio. Simplemente porque es su forma de retribuirle a Cerati todo lo que les ha dado, aunque sea indirectamente, y creo que eso tiene su valor. Los felicito, sin ningún sarcasmo. Pero… sigan leyendo.)

Cerati está siendo intervenido por algunos de los mejores médicos de Caracas, acaba de ser operado y por lo visto saldrá bien de su asunto, aunque quién sabe cuándo podrá volver a cantar (tiene lo que se llama una afasia, lo que es dificultad para hablar). Brito, en cambio, en su decisión —y creo que es importante resaltar el carácter de voluntaria que tiene su situación; a él nadie lo obliga— de que se le haga justicia, tiene una salud que se le está deteriorando rápidamente: sufre de hipotermia, una tensión que se le baja constantemente, y de 98 kilos que pesaba cuando inició su huelga, está pesando 46 hoy en día.

Pensemos el caso más grave. Si Cerati muere, su país declarará luto durante varios días, y luego de los obligatorios (y muy merecidos) especiales en radio y televisión, veré miles de blogs y Tumblrs donde pondrán videos y mp3 y posts y textos en homenaje al hombre, corriendo para no perderse la moda, tratar de pertenecer a un colectivo, no ser ignorado; los que hagan un homenaje sincero porque su música significó algo para ellos quizá sean los más ignorados porque son más respetuosos y más apasionados pero más callados. Porque para algunos de eso se trata, de ser quien hable más duro en línea, que tengas aunque sea un minutito de fama y que algo que tú hiciste se vea.

En cambio, si Brito muere —una posibilidad mucho más real, creo yo— será noticia de un día. Morirá sólo con su familia y un abogado que lo está ayudando, quizá con el guardia que el Gobierno le ordenó, tal vez una amiga enfermera. Quizá uno que otro twittero o bloguero le haga un pequeño homenaje o mención; sólo sé de una persona ajena a su familia a quien esa muerte le dolerá en serio. Los medios cubrirán la noticia, quizá se muevan tanto como se hizo en el mundo con la muerte de Orlando Zapata Tamayo en Cuba. El Gobierno dirá que se trató de salvar su vida al hospitalizarlo y el hombre se rehusó. ¿Por qué no le hicieron más caso antes? ¿Por qué los medios no tratan de hacer al menos una mención de Brito al día, mientras aún está vivo y se puede salvar su vida? (Mientras escribo estas líneas, Brito está hablando en CNN en Español; ¿se logrará el cambio?)

Todos tienen derecho a seguir el acontecimiento que uno quiera; de hecho, en esta era de información creo que lo más sano es ser selectivo en la cantidad de noticias que queremos seguir. Creo que preocuparse por Cerati no te hace una mala persona; creo que ignorar el caso de Brito tampoco. Pero creo que mover cielo y tierra para dar una muestra de apoyo a alguien que te ha entretenido con su música e ignorar por completo a alguien que ha escogido su dignidad por encima de su salud demuestra que nosotros, como sociedad, estamos mal. Creo que atacar a quienes quisiéramos que Brito recibiera mejor atención y criticar esa vigilia a Cerati demuestra cuáles son los valores de esta sociedad (mundial). Creo que criticar la vigilia de Cerati sin hacer nada por el señor Brito –aunque sea dedicarle un espacio en tu blog, aunque sea twittear sobre él, aunque sea leer hasta aquí– es hipócrita de tu parte.

Mejórate, Cerati, que no mereces lo que te pasó (eso sí, deja de fumar de una buena vez).

Fuerza, señor Brito. Ojalá la justicia le llegue en vida.

PD: Ojalá los que asistirán a la vigilia de Cerati y tienen cierta presencia en los medios aunque sea mencionen a Brito. Si no, igual los seguiré leyendo/escuchando. Seguiré sin pensar que son malas personas… pero sí les pediría que usen ese poder mediático para otras cosas de vez en cuando. Yo los apoyaré, claro que sí.

Metallica: ¿profecía de un desastre?

¡Tú! ¡Deja de inventar mariqueras y DEJA QUE DISFRUTEN EL CONCIERTO, COÑO! Me caso el año que viene, Dios mediante. Eso quiere decir nuevos gastos, realinear las prioridades en mi vida. Eso quiere decir que ya son menos las cosas “mías” y más las cosas “nuestras”, y eso se aplica al dinero. Por eso, tomé la resolución de reducir mis gastos superfluos. Menos discos, muchos menos libros (coño, tengo demasiados por leer) y ciertamente menos conciertos. Así, no fui a KISS, ni Iron Maiden, ni Jorge Drexler. Decidí que al único concierto al que volvería a ir sería si Metallica volvía. Total, la última vez que fui fue digno de escribir aquí.

Y bueno… en noviembre me enteré que en efecto, Metallica volvería por estos lares el 12 de marzo de 2010. Me saltaré la rabia por las que pasé antes con la empresa que los trae, y lo diré de una vez: temo que será el peor día de mi vida. Aún así pienso ir, pero hay una oscura parte de mí que tiembla por ese día.

No creo que el concierto vaya a estar malo, para nada. Hace poco me enteré que además estaría viniendo Mastodon, un grupo que por lo visto es la nueva “verga de Triana” del heavy metal mundial. Únelos con algún buen grupo de aquí –que confío en que no repetirá el idiota de Gillman o siquiera el grupo Arkángel— y eso rivalizará con el Caracas Pop Festival de 2001, cuando en un mismo día vi a Candy66, Papa Roach y Korn.

Noooo, mis panas… mi temor surge al ver este video. Y este. Y este también. Y este otro que, admito, quedó muy bueno.  Más allá de la ladilla que ya me da que usen la escena de La Caída para estas burlas –creo que ya toda calidad que tenga la película quedó diluída— todos estos videos están llamando a una sola cosa: aquel que ose pagar VIP el día de Metallica va a quedar atropellado, pues no nos calamos que haya gente que sólo por pagar más los vaya a ver de cerca. El primer video hasta enlaza a un grupo en Facebook creado para rechazarlo que, pareciera, está desactivado.

¿Cuál es todo el problema? Si ven el mapa de distribución del público del sitio (el estadio de béisbol de La Rinconada), verán que las llamadas “preferenciales” están situadas en las gradas a los lados del evento, bieeen lejos de la tarima. Pero la verdadera guinda en la torta es que el área VIP –entradas que exceden los 1.000 BsF (unos 465 dólares)— ocupará todo el frente de la tarima… tapando a los que pagaron menos. Que a estas altuars, ya están agotadas, lo que quiere decir que habrán al menos 20.000 rabiosas almas pujando contra una barrera entre ellos y una banda a la que algunos (yo incluído) hemos esperado 11 años para volver a ver.

Quizá exagere, pero si ven los comentarios de los videos, la cosa realmente empieza a preocuparse. “Tumbennnn esa cercaaaaaaaa, y el quese ponga popiiii, lansenle coñasossssssss!!!!!!!!!!!!!!!! !!!!!” (sic), dice uno. “TUMBEN ESA BAINA!!!!!!!!!!!!!!!!! Xd .. yo asi sea a punto de coñazos me paso pal VIP” (sic), dice otro. “A Q LA TUMBAMOS VAMOS”, dice un tercero, meándose en el esfuerzo de chamos que considero sí pensaban en los demás, y no unos carajitos que lo que están es pensando en sí mismos y más nadie.

Quiero dejar algo perfectamente claro: con esto Evenpro envía un mensaje (que espero esté equivocado)que una vez más lo más importante para ellos no son los asistentes al concierto, sino asegurar su plata y hacer cuanto pueda para aumentar esa ganancia. Yo no critico mucho a los que pagan por ir a un área VIP en un concierto, aunque no podría estar más en desacuerdo con semejante decisión; ¿para qué estar sentado en un concierto de rock? ¿Agorafobia? ¿Demasiada comodidad? Bueno, esa es su decisión. Pero Evenpro está cometiendo el acto de capitalismo salvaje más grande que no sólo le está ofreciendo esa comodidad a los que pagan más –le está robando un poco a los que quizá no PUEDEN pagar más. ¿Y es que creen que no va a haber frustraciones?

Pero lo que están proponiendo hacer los que subieron los videos está, sencillamente, mal. Es violento, es anárquico, es drenar la frustración del lado equivocado, y estoy seguro es, aunque piensen lo contrario, producto de pura envidia. ¿Quiénes son ustedes para decidir cuánto se debe pagar para un concierto? ¿Qué sabes tú si a lo mejor uno de los chamos que está allí tiene todos estos meses ahorrando para estar allí? ¿O que a lo mejor toda su familia hizo un esfuerzo para mandarlo para allá? ¿O qué coño saben ustedes cómo llegaron esos chamos ahí? ¿Sólo porque pagaron más los van a castigar a ellos?

Y otra cosa: ¿cómo creen que van a reaccionar las bandas? Con Mastodon no estoy tan preocupado, aunque la verdad a lo mejor sí tienen una base de fans rabiosa y fiel aquí, son lo suficientemente buenos. Pero cuando Metallica vea que hay gente presionando contra la baranda, broncas contra los agentes de seguridad, ¿creen que van a gritar “OPEN THAT SHIT, DAMMIT!!!”? No sé, no puedo saberlo, pero es muy probable que paren el show. Que hagan un par de llamados a la calma. Que tenga que haber negociaciones con los organizadores (los únicos culpables de todo este peo). Y hay una remota posibilidad que nunca debemos descartar que suspendan el concierto. 11 años botados a la mierda. Y a ti que esta´s leyendo esto y pensaste “No joda, ¡quemo esa vaina si me suspenden el concierto!”, déjame explicarte qué vas a lograr:

  • Tanto que te quejas que lo único que traen a esta vaina es Olga Tañón, los Jonas Brothers, High School Musical y Tito El Bambino, y ayudarás a garantizar que lo único que traigan a esta vaina sea Olga Tañón, los Jonas Brothers, High School Musical y Tito El Bambino. Porque esos conciertos se llenan de gente, hay un mínimo de problemas de seguridad, y son relativamente baratos de traer (Jonas Brothers exceptuados, estoy seguro). Si el concierto de Metallica es un fracaso, ¿cuántas ganas quedarían de invertir todos los millones de nuevo, sis aben que va a haber bronca?
  • Vas a dejar a todos los fanáticos de Venezuela muy, muy mal con la banda, un grupo que, recuerda, tiene 11 años que no viene y se fue con una excelente impresión la última vez, pues ese concierto fue todo un éxito. Si ven que ahora medio destruyen el escenario y ponen en riesgo la propia vida suya, ¿cuántas ganas les quedará de querer volver a este rincón del mundo? (Claro, suponiendo que en efecto se entere, como ya verás.)
  • Hay una muy seria probabilidad que contribuyas a matar a alguien. Uno de los más tristes incidentes en la historia del rock fue en 1979, en el Coliseo de Riverfront, en Cincinatti, Ohio, Estados Unidos. The Who (ahora famosos porque sus canciones arrancan cada una de las versiones de CSI) estaba en su primera gira norteamericana desde que su baterista Keith Moon falleciera por una sobredosis. Fue tal la emoción de verlos de cerca que todo el público general –sí, los que pagaron menos— corrieron al escenario y aplastaron a 11 personas hasta que murieron. Entre las víctimas, dos niñas de 15 años. Porque, insólito, chicos: ¿saben lo que pasa cuando 20.000 personas empujan contra una barrera sólida? No se cae, muchachos, al menos no al principio. Impide que los que están mas pegados a ella respiren. Les podría romper una costilla. The Who, además, no se enteró de la tragedia sino después de terminada la función. Es muy probable que Metallica tampoco, si (Dios no quiera) sucede lo mismo. Pero sabiendo que eso pasó, ¿a quién le va a quedar ganas de organizar un concierto así alguna vez? ¿Y si al Gobierno no le da la gana de dar el permiso?

Evenpro es la gran culpable aquí, con esa distribución de asientos. Qué importa que sea la distribución parecida a la que hay en conciertos en Estados Unidos; aquí la inmensa mayoría compra general y no justifica un VIP que bloquee el disfrute de la música. Pero la forma de hacer a Evenpro saber que metió la pata no es matar todas las posibilidades que un evento así se repita. No es poniendo la vida en riesgo. Es actuar con inteligencia, no con violencia. O si no estamos todos bastante jodidos-

Por favor, traten de distribuir esto lo más que puedan, A VER si llega a oídos de Evenpro y  A VER si pueden hacer algo al respecto. Si no, bueno, espero verlos el 12 de marzo, disfrutar de un conciertazo, y equivocarme de todo lo que he dicho hasta ahora.

Si no… God help us all.

Y así es como fue: Walter Kronkite

En mi carrera como periodista, hubo dos figuras mundiales que unoWalterCronkite1-799355 siempre trataba de admirar, tratando de modelar la carrera tras ellos. Uno era Rysard Kapucinsky, un reconocido reportero y escritor que prácticamente escribió el libro sobre periodismo integral y era un ejemplo a seguir en cuanto a su ética de trabajo, amén de haber educado a miles de jóvenes periodistas por la Fundación Nuevo Periodismo, creada por Gabriel García Márquez. Cuando el tío Kapu, como era cariñosamente llamado, murió en 2007, creo que sólo había un periodista con la misma clase de integridad, respeto y nobleza que él, aunque sin el reconocimiento mundial. Ayer, día de mi cumpleaños, a las 7:48 pm, hora de Nueva York, ese otro periodista murió a los 92 años: Walter Cronkite.

Quizá los venezolanos no lo conozcamos tan bien, pero Cronkite fue muchas veces llamado “el hombre más confiable de Estados Unidos”. Tal era su imagen de integridad periodística que fue el responsable del término “ancla” para describir al narrador de noticias principal en u noticiero de televisión (imaginen la versión menos politizada de Leopoldo Castillo en Venezuela), una posición que sostuvo frente al noticiero de la CBS durante 19 años. En esas casi dos décadas, Cronkite fue testigo –y muchas veces anunciante—de algunos de los más duros momentos en la historia: los asesinatos de John F. Kennedy y Martin Luther King, el arribo del hombre a la Luna, la guerra de Vietnam. Tal era su influencia y su credibilidad que, al transmitir escenas del combate diario en Vietnam durante el noticiero, y frente al creciente rechazo por parte de la población, el presidente Lyndon Johnson dijo: “Si he perdido a Walter Cronkite, he perdido a la clase media norteamericana”.

Ahora que Cronkite se ha despedido para siempre, creo que es un buen momento para que nosotros los comunicadores preguntarnos cuánto realmente se ha perdido la ética en nuestra profesión, o cuánto la situación nos ha obligado a ser más abrasivos ante las situaciones políticas del país. Cronkite , a pesar de su posición en contra de la guerra de Vietnam y contra las drogas, jamás perdió el respeto que le tenían incluso los políticos que él criticaba. Cierto, no somos nosotros los únicos que tenemos que poner de nuestra parte, pero, ¿cuándo realmente empezaremos a tratar de contribuir a voltear la tortilla de la intolerancia que hay en el país?

And that’s the way it is.

Les dejo algunos momentos de la carrera de este extraordinario hombre. Que en paz descanse.

Mis abuelos

A Odilia de Rodríguez, 1913-2006

Todos queremos a nuestras abuelas, ya sea porque ellas se lo ganan o por asociación a nuestros padres. La abuela que consiente, la abuela que educa, la abuela que cría, la abuela que aconseja; todas ellas casi obligan a que las querramos. Aunque sea por el hecho de que han vivido muchos más años que nosotros y han pasado ronchas por las que nosotros quizá ni llegamos a concebir siquiera, y más importante, sin ellas nosotros no existimos, por aquello que sin ellas nuestros padres no existieran. Y es un dolor particularmente grande cuando se van de este mundo, primero por el dolor de que se vaya un ser tan querido, y segundo porque sentimos que se termina una era, una era que quizá fue más pura, menos superficial y de mayor calidad humana. Sentimos que cuando se apaga la luz de una abuela, nuestros días son un poquito más grises.

El martes pasado, 24 de enero, se apagó una abuelita más, y esta es más importante porque resulta que era la mía. Más aún, era la última de mis cuatro abuelos. Así que, ¿por qué no aprovecho y les doy un paseo por todos ellos?

La primera, Mercedes Álvarez de Rojas, madre de mi madre, es de la que menos recuerdos tengo, por aquello que falleció cuando yo tenía tres años, y esos años antes mi familia estuvo viendo en el exterior. Lo único que recuerdo vagamente es ella llevándome a la acera de su casa en ¿El Paraíso? para ver a las hormigas, no para matarlas, claro, sino para que le admirara la maravilla que era la Naturaleza. (Supongo que de ahí evolucionamos a varias horas frente a Animal Planet hoy en día.) Pero por los cuentos que se dicen de ella, era una mujer adelantada a su tiempo, y recia, emotiva y dura, a la vez que atenta, cariñosa y muy leída, cualidades aparentemente contrastantes que le heredó a mi madre y sin duda le pasó a sus nietos a través de ella. Uno de mis cuentos favoritos de ella es uno que involucra una cena. Mi abuela había preparado una cena con bistec y arroz, y se la sirvió a mi abuelo mientras ella hacía otra cosa. Mi abuelo picó la carne con mucho esfuerzo y la masticaba con cierta dificultad, pero por educación (¡espero!) no dijo nada. Pero mi abuela era Álvarez, y eso quiere decir que no se le escapaba nada. «¿Qué pasa, Pablo?», preguntó mordaz. «No, nada», fue la tímida respuesta. Pero no se iba a escapar tan fácil. «¿Está dura la carne acaso?» A mi abuelo no le quedó otra. «Bueno, sí, un poco.» «Bueno, entonces bótala. Yo no fui a la universidad para aprender a cocinar.» Y esto fue en los cincuenta, donde las mujeres supuestamente eran más sumisas que ahora. ¡Qué tal!

Igual de recio era mi abuelo, señor Pablo Rojas Guardia. De él sí tengo varios recuerdos porque él y nosotros vivimos en casa de mis tíos (la hermana de mi mamá) durante tres meses mientras nuestra casa se preparaba. Él y mi abuela Mercedes eran hechos el uno para el otro, ya que sus caracteres eran muy parecidos. Mi abuelo era un costal de historia y letras. Fue un poeta y ensayista laureado; ganó el Premio Municipal de Poesía en 1945 y el Nacional de Literatura en 1970, estuvo preso en La Rotunda durante la época de Gómez (fue parte de la Generación del ’28), fue encargado de negocios y primer secretario en Checoslovaquia y Nicaragua durante la época de Medina Angarita (por si acaso hay algún escéptico, ver aquí). Recuerdo que mi madre me cuenta que a todos sus hijos (tres hembras y un varón) les daba dictados por largos ratos para que perfeccionaran su escritura, los hacía leer asiduamente, y un error en sintaxis al hablar era seriamente penalizado. Lo admiro muchísimo por haberle inyectado a sus hijos una buena dosis de gusto literario, que me lo pasaron a mí (mi tío Armando, quien le siguió sus pasos y también es un poeta aclamado, es también mi padrino de bautizo, y siempre me leía diversos cuentos cuando yo aún estaba en edad de sentarme en sus piernas). Pero también hay historias divertidas, esta vez presenciados por mí, que tenía cerca de siete años en aquel entonces. Él era muy calvo, herencia nefasta que mi hermano sufre ahora, y adoraba el picante. Una vez lo vi comiendo sopa, y por supuesto estaba la salsa tabasco al lado. Y empieza a echarle a la sopa… y sigue… y sigue… y sigue… y sigue… ¡y sigue! A esa edad yo no opinaba, pero recordaba lo que veía en las comiquitas, y esperaba que empezara a echar humo por las orejas. Pues ahí iba, a probar la sopa…. Y a la tercera cucharada, yo veo las gotas de sudor acumulándose en esa enorme frente. Y mi querido abuelo, a quien igual que a su esposa el cáncer se lo llevaría más temprano que lo previsto, con toda calma se limpió la frente con un pañuelo… y le echó más salsa a la sopa.

Lo que me encanta de escribir de mis abuelos es que ahora puedo comparar a las dos parejas. Digámoslo así: en una fiesta donde hubieran estado las dos parejas, les puedo asegurar que uno no sabría a quién escuchar más, porque los cuatro serían el alma de la fiesta. Mis abuelos maternos serían los que hubieran criticado al gobierno de forma sumamente elocuente y educada, mientras que mis abuelos paternos serían los que tendrían a todo el mundo encantados con sus ocurrencias, anécdotas y chistes. Lo sé porque eso lo veo en mis padres.

Mi abuelo paterno era don José Cristóbal Rodríguez Pantoja. Era un hombre que comandaba respeto, sólo por su figura. Lo comparo físicamente con mi abuelo Pablo y me tengo que sonreír. Mi abuelo Cristóbal le hubiera llevado al menos una cabeza de altura, y tenía una voz que yo sólo puedo comparar con James Earl Jones. También por ese lado tengo herencia, porque mi abuelo fue de los primeros narradores de noticias de El Observador Creole, el noticiero que precedió a El Observador, en RCTV, y fue voz en muchos comerciales de radio. (Estoy estudiando Comunicación Social.) Además era increíblemente fotogénico, con una sonrisa que el mismo Cary Grant envidiaría, lo que contribuía a su factor de intimidación. Pero mi abuelo era pura pinta, al menos en lo que a sus nietos se refiere. Yo nunca en los quince años de mi vida que pude disfrutar de su compañía lo oí molesto. Era uno de los seres más bonachones, cariñosos y ocurrentes que me pueda imaginar. Quería muchísimo a mi mamá, «caraotica» le decía, y no paraba de meterse con ella cada vez que podía. Sobre todo, le encantaba esconderle su cartera, y lo hizo muchísimas veces hasta que mi mamá aprendió.

Con mis abuelos paternos sí tuvimos oportunidad de viajar mucho, y era muy divertido ver a mi abuelo dormido con sus lentes oscuros en las orillas de una playa. Como tenía problemas de circulación, le encantaba bañarse en aguas heladas para los demás. La fiesta más grande en mi familia fue sin duda cuando él y mi abuela cumplieron sus cincuenta años de casados, donde quedé impresionado del enorme amor que aún se tenían, nada más como estaban pendientes el uno del otro. Dos años después de eso, una enfermedad que aún desconozco se lo llevó, demasiado temprano. Pero para que terminen de hacerse una idea de cómo era este viejo querido, aún en su lecho de muerte, tuvo suficientes fuerzas para meterse con mi mamá. Se fue en paz y con una sonrisa en los labios.

Muchas de esas sonrisas se las dedicó a su esposa querida, mi abuela Odilia Hernández de Rodríguez. ¡Cómo sufrió mi pobre vieja cuando se le fue Rodríguez! Hasta sus últimos días, ella lo llamaba por su apellido, pero el amor que le tenía era sólo comparable al que le tenía a sus nietos. Nosotros la visitábamos cada domingo, y mi hermano y yo nos sentábamos a ver televisión en la cocina a tomar Colita y a comer pan que ella compraba específicamente para nosotros. Era una mujer de negocios super astuta, de esas que son capaces de venderle una nevera a un esquimal. Siempre viajaba a Margarita para comprar ropa y revenderla aquí. Y así como mi abuelo, tenía un sentido del humor que sólo podía ser Rodríguez. En cada cumpleaños, mi hermano le decía que se vistiera, que la iba a llevar a tomar cerveza y a conseguirle un pavo. Ella, muerta de risa, le contestaba, «‘Ta bien, mijo, dame tiempo para vestirme y nos vamos.» Una vez fuimos a ver Hechizo de Luna al cine, que en inglés se llama Moonstruck, y esa palabra la divirtió muchísimo, al punto que después cada vez que me veía yo le preguntaba cómo se llamaba la película y ella, sin ton ni son, contestaba: «MUN… stroooo».

Esa chispa empezó a apagarse hace unos cinco años, cuando los años finalmente como que se acordaron que ella existía, y envejeció con una rapidez pasmosa. Hace dos años se mudó con mi tía Aída (que nadie llama así, siempre será la Negra para todos, y madrina para mí), porque ya no podía hacer muchas cosas sola. El 23 de diciembre pasado sufrió un ACV masivo que la terminó de postrar en la cama, y nunca volvió a abrir los ojos. Finalmente descansó, como dije al principio, el martes 24 de enero pasado.

Ahora que hay un gran hueco en mi vida, por la ausencia de mis abuelos, me doy cuenta de lo importante que son. Qué suerte tienen aquellos que aún tienen a todos sus abuelos vivos, que incluso bisabuelos y hasta tatarabuelos tienen. Ellos son una enciclopedia con alma, una fuente casi inagotable de amor que algunos demuestran a su manera, y que a veces la vida se nos lleva demasiado pronto. Yo tuve a mi abuela Odilia por más de treinta años, y aún siento que pude haber hecho tantas cosas por ella. Sólo me queda esperar que cuando convierta a su hijo en abuelo a su vez, pueda enseñarle a sus nietos el gran tesoro que tiene en esos viejitos que pelean con uno por tantas razones, pero que al final es por el enorme amor que tienen para dar y simplemente lo quieren pasar a sus nietos como lo hicieron por sus hijos.

Abuelita, descansa en paz. Perdóname cualquier cosa mala que te haya hecho sentir en cualquier momento, perdóname si no fui tan nieto contigo como quisiera, y dale un gran abrazo al viejo allá arriba cuando lo veas. Tranquila, que al hijo te lo seguimos cuidando.