Yo siempre celebraré ser periodista

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Las herramientas de mi trabajo, junto con el único carnet que nunca devolví y la copia de la Ley Mordaza. Lo que no se ve es que ahora casi todos son reemplazados por el celular con el que tomé la foto. (Aunque yo prefiero decir que los complementa.)

La primera vez que escribí sobre el Día del Periodista fue en 2008, cinco meses después de poder unirme oficialmente a la celebración. Va para diez años de ese primer escrito en este mismo espacio (antes en Blogger), y sin embargo tanto que escribí ahí sigue siendo tan cierto…

Sigue siendo increíblemente difícil ser periodista en el país. De hecho, permítanme corregir: ya no sólo es difícil, es increíblemente peligroso. De acuerdo con declaraciones del director de la ONG Espacio Público, Carlos Correa, entre el 31 de enero y el 31 de mayo hubo 367 agresiones en contra de periodistas, 67% de las cuales vinieron de efectivos de la Guardia y Policía Nacional Bolivariana, donde sus implementos de trabajo, bien sea cámaras, celulares, grabadores o todas juntas, son robados o destruidos. Además, cuenta 471 denuncias de violaciones a la libertad de expresión, que incluye el cierre de 31 medios de comunicación.

Siempre consideraré que la verdadera medida de democracia de un gobierno es cómo trata a su prensa independiente. Porque un gobierno autocrático no tiene interés en que la verdad sea revelada. Y cuando tu trabajo implica buscar esa verdad, pues automáticamente eres tratado como el enemigo. Era muy cierto en 2008, sigue siendo muy cierto hoy en día. (Sí, y no sólo lo digo por los gobernantes de este lado. Right, Mister President?) Y la política es «al enemigo ni agua». Así que como tal será tratado. Por eso es que a pesar de los años poco ha cambiado.

Pero aún así, veo importantes diferencias en estos diez años. La pelea se mudó principalmente a Internet, sobre todo porque el Gobierno calló muchos medios grandes. El principal canal de noticias fue vendido hace cuatro años y ha bajado el tono en contra del oficialismo, como lo fueron los diarios El Universal y Últimas Noticias, este último volviéndose descaradamente progobierno. Otros diarios, en especial El Nacional, han visto su plantilla de periodistas notablemente reducida por su dificultad de acceder al papel en el que se imprimen. Cuántas emisoras y televisoras regionales han sido cerradas por la Comisión Nacional de Telecomunicaciones, argumentando violaciones en contra de la Ley de Responsabilidad Social en radio y Televisión (que sigue llamándose Ley Mordaza). Cuántos periodistas han sido obligados a irse el país, ya sea por persecución o porque sencillamente no podían sostenerse en el país. Sólo nombro a dos: Tamoa Calzadilla, ahora en Univisión, y Rafael Osío Cabrices, radicado en Canadá.

Ahora la pelea se mudó a Internet. Por un lado es positivo; cuántos medios, buenos medios digitales venezolanos han aparecido desde que escribí ese primer post. Contrapunto. El EstímuloEfecto Cocuyo. Crónica Uno. Sumarium. El Pitazo. Armando.info. Incluso los de terribles nombres pero excelentes profesionales como son El Cooperante y  El Cambur. Todos con periodistas de calidad, cubriendo distintas aristas de la noticia, buscando complementarse. Cierto, en un país donde Internet llega a 61% no tiene el mismo espectro que la televisión por cable (68%), televisión estándar (95%) o radio (98%), pero es un avance importante, una alternativa a la escasez del papel impuesta por el Gobierno.

Pero el mayor cambio que he visto en estos casi diez años es que ahora estamos compitiendo contra nuestros consumidores. Mi tesis de grado trató sobre el papel de los blogs en el periodismo en el país, y me quedé corto. Los blogs personales como este donde escribo han quedado relegados a un segundo plano; todo el mundo está en Twitter y Facebook, herramientas que aparecieron un año antes de graduarme. Cualquiera que esté presente en un sitio puede dar un rápido resumen de lo que está viendo, efectivamente haciendo el «tubazo» algo mucho más difícil. Me parece algo fascinante –de hecho trabajo con una ONG que apoya esa clase de periodismo ciudadano (aunque yo prefiero seguir el término de Luis Carlos Díaz y llamarlo «infociudadanía»)– y Dios mío: el desespero por la inmediatez que hace la fácil diseminación de noticias falsas.

Traslado el ejemplo más vivo al norte. La cantidad de noticias falsas que condujeron a la elección de Donald Trump en Estados Unidos fue algo nunca visto. ¿Hillary Clinton entregó las armas químicas a Bashar el Assad? ¿El papa Francisco manifestó su apoyo a Trump? Eran absurdas a más no poder. Y sin embargo aparecieron. En gran parte gracias a un pequeño grupo de jóvenes veinteañeros en una pequeña ciudad de Macedonia llamada Veles. De acuerdo con un reportaje de la BBC, los jóvenes se dedicaron a redactar noticias falsas, le pusieron un título atractivo, pagaron una campaña en Facebook para llegar a la gente que quería ver noticias así, y ganaron una fortuna. En Veles, el sueldo mínimo es de 350 euros al mes; estos chamos de 19 años podían hacer hasta 1.200 euros al día.

Y he ahí un reto que enfrentamos los periodistas venezolanos que nunca me imaginé. Ser parte de un grupo de WhatsApp en la actualidad es uno de los mayores ejercicios a la paciencia que he debido ejercer. Si por cada vez que leo en mi teléfono «Como me llegó lo paso», «Tiemblan las redes», «No sé si será verdad pero igual lo paso», o cada vez que recibo un audio «contundente», o cualquier frase que empieza «¡DE ESTA MANERA!» recibiera diez dólares… no los podría recibir, porque la apoplejía que me da leerlo no es suficiente.

De todos modos, lo entiendo. Primero, aunque ha decrecido en los últimos años, hay una penetración de telefonía celular que excede el 90%. Segundo, ante la falta de medios masivos, depende de los ciudadanos buscar noticias ellos mismos. Y es peligroso cuando nos e tiene un criterio de cómo cotejar qué es información falsa y qué no. Más aún cuando lo que nos guía es la pura pasión o la rabia de que la difícil situación en la que está el país. Entonces cualquier noticia con un titular que se ha llamado en inglés «clickbait» (traduce como «carnada para clics») será difundida una y otra vez.

En eso se basa una proliferación de «medios» en Internet que en muchos casos ni siquiera están compuestos de verdaderos periodistas. Por Dios, si cualquiera puede hacer algo bonito de una plantilla de WordPress, comprar un dominio y llamarse medio ahora. Pero copiar el texto de otro lado y ponerle una frase entre signos de exclamación adelante no te hace un medio. Te lo puedo perdonar hasta cierto punto cuando tú mismo redactaste la noticia, así no esté de acuerdo con la redacción. Pero el periodismo de copiar y pegar, así como la propagación de noticias falsas, es el mayor daño que se le puede hacer al periodismo en una sociedad que está tan ávida de uno bueno, claro y responsable.

Esa es una de muchas cosas que celebro hoy: en el resto del mundo, hay verdadera hambre por periodismo. En Estados Unidos, las suscripciones a medios digitales, como la versión online de The New York Times y la revista digital Slate, aumentaron considerablemente en los primeros cien días de la presidencia de Trump. Las maneras de llevar historias a esa gente que quiere verlas han aumentado notablemente, como demuestra el auge de los podcasts en el resto del mundo, demostrado en los contundentes éxitos de Serial S-Town (por favor, Venezuela, resucitemos ese mercado; aún recuerdo con dolor la muerte de Oyesto.com), y en la cantidad de herramientas para hacerlo listadas en el blog Clases de Periodismo. El mundo nos quiere, chicos; sólo hay que lograr la apertura.

Si hay algo que han dejado estas casi dos décadas de duro gobierno, es que nos hemos vuelto increíblemente creativos para tratar de conseguir la noticia que nos evade o se nos quiere esconder. Más que nunca, debemos recordar esos principios éticos que nos quisieron inculcar en la universidad y esos valores con los que crecimos, porque no podemos separar unos de otros. Debemos estar preparados para cuando llegue el día que podamos ejercer con libertad nuestra profesión, que podamos estar al nivel del resto del mundo, que tengamos mejores sueldos, y que ya no falten, sino sobren las razones para celebrar hoy. Para mí, siempre habrá una: el hecho de ser periodista. Feliz día, colegas.


LISTA DE PERIODISTAS VENEZOLANOS QUE DEBERÍAN SEGUIR EN TWITTER

Incluyan los suyos en los comentarios. También tengo una lista en Twitter con periodistas y medios tanto de aquí como de afuera, tanto independientes como pro-gobierno (porque también hay que saber qué dicen ellos).

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